domingo, 10 de junio de 2007

Respetable Karma, puedes irte a la basura

Especialmente esta tarde, por todo y por un poquito de nada, por la lluvia, por lo que no sé y más que nada por lo que sé. Por lo nublado y también porque es sábado. Porque estoy aburrido, porque no me encuentro. Por eso y muchas cosas más (como dice la canción) estoy de mal humor.

Supongo que hay días así. Hoy el tráfico me atrapó, casi choco y además tuve que arreglar algunos trámites burocráticos. No he recibido ni un mensaje o llamada de algún amigo (a) con la mínima intención de sacarme de mi aburrimiento y al encender el televisor ningún programa me pareció aceptable. Como diría mi amiga Rosalía Campillo ‘ni quién me eche un pan’.

Busco culpables. Alguien tiene que ser responsable del día nefasto y desagradable que estoy pasando. Ante la falta de villanos he decidido inculpar al karma de toda mi desgracia.

Porque eso hace la gente. Inventar culpables de sus propias desgracias. Por eso existe el karma, para convencernos de que tanto lo bueno como lo malo que nos pasa, tiene su origen en nuestras propias acciones y pensamientos. Si piensas y actúas de buena manera con el prójimo y el mundo en general, eso recibirás del universo. Si en cambio, te comportas como un desgraciado y por lanzas maldiciones por todos lados, el destino se encargara de regresarte cada una de esas malas vibras.

De eso se trata más o menos el karma. Pues bien, el karma y todo lo que lo rodea (si es que existe) puede irse mucho al diablo. Y es que no es por dármelas de santo, pero nunca he matado a nadie. Me he agarrado a golpes muy pocas veces en mi vida y casi nunca digo groserías. No como huevos de tortuga ni carne de ballena porque creo en el respeto a los animales. Diario platico con Dios, odio el racismo y en general, trato de vivir en paz. Entonces, ¿por qué la vida se empeña en ponerme trabas?

Si la teoría del karma fuera real, los déspotas y canallas no tendrían por qué tener tanto éxito con las mujeres; ni los ex presidentes casas y cuentas millonarias. De ser real, la teoría karmática está mal elaborada, si no cómo se explica que alguien que hizo mal, para recibir un castigo, tenga que sufrir el mal a manos de otro... entonces éste otro que comete mal, en realidad no está obligado por su libre albedrío, sino por el karma, que de paso, hará que éste malhechor reciba su merecido a manos de otro... y así sucesivamente. Cientos de malos castigados sólo porque el karma quiere.

Por eso ya me cansé de actuar siempre bien (bueno, casi siempre) y de no recibir más que patadas en el trasero. Si de todas formas me va a ir como en feria, al menos quiero divertirme en el proceso. Ya si el karma quiere castigarme en un futuro no muy lejano será su problema, pues de mi no obtendrá nada más que escepticismo a su injustificada existencia. Intentaré divertirme más y ya no ser tan mojigato, igual y así a la vida le da por sonreírme.

Antes de que los creyentes de Karma-tron comiencen a condenarme a una vida de infelicidad, quisiera aclarar que de ninguna manera estoy enojado con lo que hasta el momento es mi vida, pero de acuerdo a la cantidad de bien que he hecho merezco algo mucho mejor que un sábado en soledad y mal humor. Los Karma fans dirán que cada quién pasa un día de acuerdo a su actitud, pero eso no es cierto ¿cómo quieren que uno esté de buenas si por más que invierte en hacer el bien el saldo siempre es desfavorable?.

Como sea, dicen que los malos se divierten más y así parece ser. Si les contará la de chicas y prospectas de novia que he perdido a causa de patanes y déspotas me darían la razón. Hoy comencé a responder a las mentadas de otros automovilistas, a ver con ojos lujuriosos a las muchachas con las que me cruzaba en la calle y ha desearle mal a medio mundo. He maldecido y ni rastros del karma vengador, supongo que es puro cuento y puedo seguir con mis planes de ser malo y apoderarme del mundo.

Ya no me importa, seré políticamente incorrecto... el karma puede irse a la basura. Gracias por nada.

1 comentario:

Gonzalo Del Rosario dijo...

Uno debe hacer el bien o el mal, sin esperar un premio o castigo.
Yo hago las cosas que me gustan, sin intentar joder al resto.
Pero eso sí alguien me dice algo sobre mi actitud los mando al lugar de donde salieron, y no con eufemismos.
Debes liberarte un poco, y si el mundo te da la espalda, puntéalo.