viernes, 7 de noviembre de 2008

La noche en la que a los imposibles les dió por volverse realidad

Cuando de alguna manera se trabaja o vive atado a los medios de comunicación y los hechos noticiosos son las que dictan el ritmo de la propia rutina, se sabe que estos momentos más tarde que temprano llegarán y que en cierta forma se vive para ellos. El curso de la historia cambia y uno, testigo a fin de cuentas, poco puede hacer por no caer en la vorágine de sentir sacudido su presente.

Estos días han sido así. Toda la semana de la nada se volvió gris. La vida nacional ha girado en torno a esas imágenes que una y otra vez se reproducen en los noticieros sin que por eso se hagan más digeribles. Imágenes que he visto hasta el cansancio y que contribuyen poco a despojarme la idea de que todo es ficción.

Ahora las fotografías, videos y audios son elementos que respaldan la realidad y que borran todo escepticismo probable. Ahí está repitiéndose: uno de los trayectos de la avenida más hermosa y representativa de la Ciudad de México envuelta en llamas debido a la estrepitosa caía de un pequeño avión. No, no es una escena de película hollywoodense, ni el capítulo de una novela que se me antojaría exagerado e improbable. A veces a la vida le gusta exagerar y con ello dejarnos pasmados y sin capacidad de reacción. En parte escribo estas palabras para medio comprender lo que tanto le está costando entender al país entero.

Incomprensible es que un avión proveniente de San Luis Potosí caiga de la nada en el corazón de la capital mexicana. Improbable que esta nave caiga en una de las avenidas más transitadas en horas pico, con cientos de peatones y automóviles como blancos potenciales al impacto. Por si fuera poco, la inverosimilidad de la situación raya en lo ridículo cuando la noticia se hace pública: en el vehículo aéreo viajaba Juan Camilo Mouriño, secretario de Gobernación del Gobierno Federal y otros funcionarios de alta envergadura. Los tripulantes de aquel avión gubernamental y varios civiles murieron. Más de cuarenta heridos en la tragedia. Decenas de historias de los testigos. Aquella noche, a un grupo de imposibles les dio por unirse y volverse realidad.

La noche del martes 4 de noviembre la televisión suspendió su programación para transmitir lo que en un principio se creyó, era un incendio. La información comenzó a fluir y a un ritmo acelerado fuimos entendiendo la gravedad de la situación y las implicaciones que está tendría. La cobertura de las elecciones en EE.UU. pasaron a un segundo punto. La noche estaba despejada y la belleza de las luces de la ciudad contrastaban con el caos que reinaba en las calles de Polanco. Después el Presidente de la República, visiblemente afectado, daría un sentido mensaje a la nación en el que lamentaba la muerte de su funcionario y amigo. Su confusión y desolación no nos fue ajena, al contrario, el sentimiento en el país es el mismo desde hace casi 72 horas: no nos reponemos del mal sueño que se tiño con tintes surrealistas y que al despertar seguía ahí, tenemos cientos de preguntas y carecemos de la seguridad de encontrarlas.

Los expertos dicen que todo apunta a que lo sucedido se debió a un accidente, pues así apuntan las imágenes del radar y las grabaciones del centro de mando del aeropuerto con la aeronave. La caja negra será analizada por varios expertos nacionales y extranjeros a fin de dar con la verdad. De nada sirven ahora las palabras cuando en el ambiente popular se siente que detrás de estos acontecimientos se esconde algo más. No me atrevo a hacer conjeturas irresponsables pero son demasiadas coincidencias en tiempos en los que el gobierno federal se encuentra librando una guerra sin tregua contra el narcotráfico. El mismo discurso del Presidente deja varios mensajes entre líneas que intentan dar la impresión de seguir en pie de lucha.

Cuesta descubrir que la ciudad en la que vivo es el escenario de un accidente así. Siempre pensé que en esta ciudad cualquier cosa podría pasar, pero jamás imaginé que escribiría algo así. Aquellas calles por las que tantas veces he pasado ahora están cercadas, llenas de autos quemados y trozos de avión en varios metros a la redonda. Ayer se realizaron los funerales de estado que reunieron a toda la clase política del país, logrando la unión de fuerzas y diversas ideologías que pocos creerían posible.

Soy uno de tantos que sintió un hueco en el corazón en el momento en el que el Presidente Felipe Calderón, entregaba a los familiares de las victimas la bandera que cubría cada uno de los féretros. Cuando el pequeño hijo de Juan Camilo Mouriño abrazaba el retrato de su padre fui golpeado por un profundo pesar del que aun no me repongo. Y es que ya no se trata de hablar bien o mal de un político de carrera prometedora sino de pérdidas humanas, de familias a las que la muerte sorprendió de una manera caprichosa y eso debe doler en el alma.

Quería publicar más fotos, pero estos ya abundan en la red y no le vería mucho caso. Además el ánimo no me alcanza para otra cosa que no sea guardar un mínimo respeto hacía el sentimiento de luto que se apoderó del corazón de cada mexicano.

5 comentarios:

Delirio dijo...

Creo que no hay palabras para describir un acontecimiento así. Tal vez es percepción pero simplemente los moños en señal de luto hace que los edificios de SEGOB me estremezcan.

Jessie dijo...

Ah sí, el tan mencionado avionazo que cayó en el DF.

Mi abuela y mi papá dicen que eso fue un atentado terrorista, como el de las Torres Gemelas en Nueva York. Lo que no sabemos es quién lo causó, pero seguro fue alguien que está odia a muerte al presidente de tu país, pues esas personas que iban en ese avionsito eran amigos del alma de tu presidente.

Yo no quiero adelantar nada... pero a mí se me hace que fue ese tal lopez obrador.

Te saludo y me despido

Atentamente:
Jessie

Jessie dijo...

Ah! noitica de último segundo.

Mi abuela dice que ella cree que es la venganza de los narcotraficantes de tu país, secuestradores y asesinos, y en general, toda la delincuencia. Porque como tu presidente, éste Calderón, no se achica para nada, ó sea, dice que les va a poner un alto a la gente mala de tu país y no sólo lo promete, también lo está cumpliendo, pues esa gente mala se está vengando. Uy! que malo! y que feo!

Te saludo y me despido

Atentamente:
Jessie

Jessie dijo...

Y muchas gracias por apreciar todos los comments que he venido a dejarte.

Me alegra que te gusten. Yo también disfruto tus comments en mi espacio.

Te saludo y me despido con mi tercer comment en un sólo post.

Atentamente:
Jessie (me encanta venir a tu libreta, leerla, y dejarte comments)

gabriel revelo dijo...

deli: no he visto los moños negros, pero seguramente es sobrecogedor.

jessie: pues no sé, todo es muy intrincado... aunque la hipotesis de López Obrador la descarto completamente. de haber sido un atentado, éste se lo atribuiría al narco. aun así, la idea del accidente también es probable. gracias, como siempre... una pregunta: ¿de qué país eres? (siempre he tenido la curiosidad).