domingo, 31 de agosto de 2008

La noche que iluminamos México

Seguramente ya éramos miles cuando minutos antes de las 6 de la tarde llegué a la Columna del Ángel de la Independencia. Ahí, a la hora acordada y dónde todo comenzaría, recibí la primera descarga emocional de muchas que ya hicieron de aquel sábado 30 de agosto uno de esos días que nunca olvidaré.

Organizada y difundida por diversas organizaciones sociales, ‘Iluminemos México’ fue el nombre que se le dio a la marcha en contra de la violencia en nuestro país debido a la creciente ola de crímenes y asesinatos a manos del crimen organizado y el narco. Secuestros, asaltos y robos han ido arrebatándole la tranquilidad a los mexicanos que cansados de la impunidad y corrupción, decidieron mostrarle a las autoridades su descontento. Por eso había que estar ahí, porque momentos así son determinantes en la historia de un país, porque como sociedad tenemos la responsabilidad de cuidarnos unos a otros y de hacer hasta lo imposible porque México vuelva a respirar la paz.

La idea era ir vestidos de blanco y llevar una vela para iluminar con miles de luces el recorrido. A la marcha, que originalmente se llevaría únicamente en la Ciudad de México, se fueron uniendo otras ciudades de cada uno de los 31 estados de la República Mexicana. Y no sólo eso, en Londres, Madrid, Los Ángeles y otras metrópolis del mundo también habría manifestaciones solidarias con el pueblo mexicano.


Repuesto del impacto inicial al llegar y ver la Glorieta del Ángel de la Independencia llena de mexicanos vestidos de blanco, me uní a la marcha que recién acababa de iniciar. No importaba el aire frío ni las nubes que anunciaban la inminente llegada de un tormentón. Entonces me uní a un río de gente sin principio ni fin. Ahí, entre extraños de las más diversas clases sociales (si es que esa frase sigue teniendo cabida en estos tiempos) fui entendiendo lo que es la fuerza de un país, y que no se basa en las instituciones sino en la gente. No sabía cuántos éramos, pero poco importaba cuando hombro contra hombro se transmitía una calidez a prueba de todo. Paso tras paso la energía aumentaba y la atmosfera se tornaba en una esperanza amorosa que inundaba el corazón. No puedo describir el sentimiento que se apodera de uno cuando ve a la gente de su país levantar la voz y decir ‘México quiere paz’ al unísono de millones que como yo, dejaron todo para unirse a esta caminata en más de cincuenta ciudades y poblaciones de la república.

El marco imponente por única vez no era la belleza de la modernidad de Avenida Reforma o la abrumadora historia de los edificios del Centro Histórico. Lo imponente era la gente que se seguía uniendo, que gritaban frases optimistas y que a pesar de todo sonreían. La llovizna que a ratos caía o el fuerte viento que soplaba sólo animaba a la multitud a seguir. Íbamos varios que gracias a Dios, nunca hemos sufrido ningún asalto, pero también había miles que en carne propia han sido víctimas de ese cáncer social que es la delincuencia. ¿A cuántos de ellos el hampa les arrancó lo que con tanto esfuerzo era parte de su patrimonio? ¿A cuántos un ser querido? ¿Cuántos más viven en la incertidumbre de no saber la suerte de un secuestrado?... No lo sé y probablemente mi subconsciente bloquea la respuesta para no darme cuenta de la realidad. Lo cierto es que a todos nos han arrebatado la tranquilidad de transitar por nuestro país sin el miedo que da el no saber si cada día regresaremos con bien a casa.

No es justo, por dónde se vea esta situación es inmerecida para un país tan grande que no cabe más que en el corazón de millones de personas buenas. Inmerecido para un pueblo acostumbrado a enfrentar cualquier adversidad y salir adelante. No es justo, ni nunca lo será, que la historia de un nuestro México sea manchada por un reducido grupo de descerebrados que no merecen la más mínima consideración. Menos justo es la red de corrupción y burocracia que aunado con la incapacidad de las autoridades tienen a la delincuencia en un estado de comodidad inadmisible. Gobernantes van y vienen, al igual que los pretextos.

Sin embargo la esperanza ahí estaba cuando llegué al final del recorrido. Observar el Zócalo capitalino, corazón de México lleno de gente gritando deseos de paz y justicia es impresionante y alivia el alma.

La gente seguía y seguía llegando de todos lados. Con la mejor disposición, sin banderas de partidos políticos, ideologías o distinción de religiones. Animados por la belleza de la Catedral o de Palacio Nacional y llenos del orgullo contagiado por la gigantesca bandera mexicana ondeando en la Plaza de la Constitución. Como estaba pactado, en punto de las 20:30 de la noche las luces de todos los edificios fueron apagadas para darle paso a las miles de veladoras y lámparas fueron iluminando cada rincón no sólo del Centro Histórico y sus alrededores, sino de todo mi México. Después las primeras estrofas del Himno Nacional hablaron por todo un país que ya quiere vivir en paz. Fue inevitable no conmoverse y no desear con todas las fuerzas que los causantes de tanto dolor recapaciten y sean hombres de bien.


Dos horas después veo en diversos medios las imágenes aun más impresionantes. Se habla de más de 200,000 personas manifestándose tan sólo en la Ciudad de México. Hoy sigo impresionado y con el corazón a flor de piel. Al igual que todos, tengo familiares y amigos a los que amo con todo mi ser y por los que cada noche ruego para que la violencia nunca los alcance. Ese miedo ya no lo quiero, ya no lo soporto, ya no lo quiero. Somos mucho más la gente honesta trabajadora. Los que nos entregamos día a día para tener tardes tranquilas con la convicción de no deberle nada a nadie. Mi México ya no quiere estar así, y no lo vamos a dejar cuando más nos necesita.

Porque amo a mi país, este blog se une al clamor de mi nación: exigimos justicia.

viernes, 29 de agosto de 2008

Niño con juguete nuevo

Una tarde me sentía deprimido y decidí comprarme un juguete. Más o menos tenía unos ocho años que no lo hacía y pensé que salir a ver anaqueles con muñequitos y figuritas me levantaría el ánimo.

Ya en el
centro comercial el problema fue que casi nada me gustaba. Juguetes modernísimos, o súper cursis o demasiado violentos. Monos de peluche amorfos, juegos de mesa aburridos y artefactos cuyo funcionamiento jamás pude descifrar. O los juguetes de hoy ya no son lo que eran, o soy un viejo amargado cuyos mejores años ya pasaron.

Gracias a Dios me reencontré con mi parte infantil (que estaba media muerta y agonizando) en el momento justo en el que mi mirada tropezó con la línea de juguetes de la película Wall-e. Si ustedes han leído este blog con regularidad sabrán que la historia de Disney-Pixar
me dejó traumado, por no decir idiotizado; y el robotillo ni se diga. Desde entonces me declaré fan de todo lo que tuviera que ver aquella animación que a los niños divierte y a los viejitos amargados como a mí les rompe el corazón. Inmediatamente lo decidí, tenía que tener uno de esos muñequitos de Wall-e cuanto antes. No me importaba gastarme toda la quincena en ello o que las lindas chicas que recorrían aquella tienda departamental me vieran. Vamos, el único problema a esas alturas de la tarde era decidir cuál de los diversos modelitos sería el que me llevaría a casa.

Opte por el segundo más caro, que aunque no hablaba ni se movía por sí mismo, sí era de un tamaño más o menos grande, movía sus ojos y brazos, y además podía volverse un cubo (que como en la película, cuando Wall-e se espanta escondía sus llantas, brazos y cara para protegerse). En fin, una chulada de personaje de acción bien bonito y bien caro.

Apenas lo pagué regresé corriendo a mi casa y como niño gordo con juguete nuevo abrí la caja y me puse a contemplarlo por horas. Cuando quise jugar pero no se me ocurría nada me di cuenta de lo difícil que es ser un niño. Aun así cargué con el muñequito para todos lados hasta que la noche y el sueño me separaron por unas horas de él. Y digo por unas horas porque al otro día me llevé al Wall-e al trabajo. Aunque suene bobo y de niño de preescolar, la verdad es que quería presumírselo a medio mundo. Lo malo es que a nadie le importó, al contrario, terminé regañado por todos por haberme atrevido a gastar tanto dinero en un simple muñeco.

Qué van a saber ellos, seres insensibles mala onda.

Lo que no entiendo es por qué sí no les gustó ni mi Wall-e ni su precio, mis compañeros de trabajo no dejaban de traerlo de un lado a otro, y de toquetearlo sin descanso. ¿Qué no se daban cuenta de lo delicado y carísimo de mi juguete? Si no les había gustado ¿por qué no podían dejar de juguetear con él. Fue entonces cuando mi niño interno (y envidioso) resucitó y me hizo quitarles ‘MI’ figura de acción de sus garras y ya no permití que nadie más se le acercara.

Desde entonces hasta hoy, el Wall-e yace en la seguridad de mi cuarto, en dónde lo vigilo a todas horas y absolutamente nadie lo puede tocar. Probablemente mi egoísmo renació con ese niño interno que poco a poco me fue quitando la depresión. Puede que sea infantil, inmaduro y mala persona, pero si un muñeco puede seguir despertando en mi aunque sea un poco de ilusión, algo bueno debe conservar mi alma. Además, quién le diría ‘no’ a un personaje así:





Ahora con su permiso, voy a jugar un rato.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Demasiado tarde lluvia de Agosto

Más allá de Agosto,
siempre encuentro esa lluvia pertinente.
Que no respeta, que no avisa,
que moja los sueños y revive los recuerdos...

‘Lluvia’, fenómeno festivo del agua
¿Qué fin persigues?

Tú que naces en los templos del cielo,
llegas abriendo las heridas de mi alma
pobre de ilusión, necesitada de esperanza...

¿Por qué me atormentas?,
Sí intento sonreír es inútil.
Lejos de esta tristeza, solo quedas tú...
y siempre es por ti.

Solo tú, lluvia de Agosto,
que muere en el suelo lenta y agónicamente.
Mis anhelos también sucumben,
uno a uno, como agua de lluvia.

Poco a poco la ira llega a su fin.
La lluvia de Agosto ha terminado,
y más allá de esa calma me doy cuenta, lo sé.

Demasiado tarde lluvia de Agosto,
volviste,
para recordarme que me estorba el corazón.



- Escrito en una tarde lluviosa de Agosto del 2004.

domingo, 24 de agosto de 2008

Lazy days

Una apuesta es una apuesta, y pocos pueden resistirse a ella. Basta pensar en la adrenalina de jugarse el orgullo de obtener o perder lo que sea (que para el caso es lo de menos), para lanzarnos libremente y sin consideraciones al juego del destino. Podemos fracasar un millón de veces y acertar un ciento y las cosquillas ante una nueva apuesta en pos del azar seguirán ahí. Una apuesta es así: tan llamativa y provocativa que jamás aceptará un no por respuesta, sin que nuestra propia conciencia nos llame ‘cobardes’.

Tanto en frecuencia como en cantidad, suelo apostar poco. Les tengo cierta tirria desde la ocasión en la que un rival de amores, en una de sus intensas borracheras, me sugirió jugarnos los favores y el corazón de nuestra Dulcinea, al resultado de un partido de futbol entre Atlante y América. No acepté por considerar el trato ofensivo y denigrante; aunque de haberlo hecho hubiera ganado, pues en esa ocasión el Atlante derrotó 1-0 a su rival. No puedo negar que tengo fortuna para saber apostarle al ganador; lo malo es que eso de ‘afortunado en el juego, desafortunado en el amor’, en mi caso se cumple a la perfección.

Como sea estoy escribiendo estas líneas como si fuera el contrato de una apuesta que días atrás acepté, y de la que sin embargo desconozco la mayoría de los términos bajo la cual quedará pactada. Sé cuál es el reto, en efecto, pero no sé quién determinará al ganador, que es lo que gano, y peor aún, que es lo que pierdo. Ante tal desigualdad de circunstancias cualquiera pensaría que es un suicidio intentar retar a la fortuna sin tener nada firme, más aun cuando es el rival quién controlará a su antojo mi destino.

¿Por qué apostar en estas circunstancias? Precisamente por el rival, o mejor dicho, la rival.

De cualquier manera ya gané. El simple hecho de tener una pequeña oportunidad de perder algo, o que mejor, ganarle algo a ella es fascinante. Y es que, ante un abanico de opciones así, apostar se antoja inevitable aun cuando la derrota es casi un hecho inminente. Solo unos ojos de cielo, una belleza fuera de este mundo o una inteligencia seductora sería capaz de inventar un negocio tan redituable. Aceptémoslo, creo que tengo ganas de perder… y ya comencé a hacerlo. No me explicó de otra forma el por qué entonces estoy a nada de comenzar a ventilar en mi propio blog aspectos de mi vida que no me van a dejar ni tantito bien parado ante los lectores de este espacio.

Sin embargo ella manda aquí. Por ella con todo el orgullo del mundo me acepto un holgazán sin oficio ni beneficio, capaz de pasar horas instalados en la más improductiva fiaca del mundo. Tan flojo que ayer en lugar de yo mismo lavar los autos como la tradición familiar manda, preferí llevarlos al autolavado. Nada relevante de no ser porque en el proceso de llevar y traer los autos (el servicio de lavado está a cuando mucho cinco minutos de mi casa) me tardé casi tres horas y media. Osea que si hacemos cuentas, hubiera sido más rápido y barato haberlo hecho por mi cuenta. Por más que hago cuentas no encuentro en que perdí tanto tiempo si lo único que hice era recostarme en el sillón a que las ganas de ir y venir al lavado me llegaran y pasar mi ipod de una a otra canción (actividad que pronto me cansó y dejé sin pena alguna).

Ya que un amor de niña me hizo confesarme, voy a hundirme un poco más en la desvergüenza por voluntad propia. Aprovechando el tema de los sábados voy a volver a romper el silencio: sentarme a ver la tele equivale a quedarme ahí por horas: puedo ver películas de Pedrito Fernández, documentales de animales microscópicos, una opera en el canal 22, el más infumable de los partidos de fut o el especial de Los Temerarios. Horas y horas de programas absurdos pero tan hipnóticos que no me permiten levantarme por más que el dolor de espalda y rodillas me digan que ya es hora de ponerme en movimiento.

Y así podría seguir enumerando mis flojera, que ejemplos me sobran, pero usaré el baratísimo recurso de decir que me dan flojera escribirlos. Da igual al fin y al cabo, más me interesa lo que haga la contraparte de este juego, que de seguro a los demás les resulta incomprensible.

Ahora estoy, que novedad, en sus manos, en espera del veredicto que dulcemente me endeude o me haga poseedor de aun no sé qué cosa. Ahora el azar tiene nombre de mujer.

jueves, 21 de agosto de 2008

Día verde

No sé si en 24 horas se pueda adorar más a un país que de por sí ya amo con todo el corazón. Lo cierto es que entre ayer y hoy el nombre de México recorre cada rincón de mis venas con un orgullo e ímpetu más poderoso que cualquier fuerza centrifuga del universo. Victorias son amores, y más si la representación de tu país está en juego.

Miércoles 20 de Agosto
04:30hrs

Extraña hora para prender la televisión. Más extraño que de la nada allá decidido prenderla sólo para darme cuenta que el Taekwondoin mexicano Guillermo Pérez disputaba el pase a la final de la especialidad en la justa olímpica de Beijing. En un duelo aguerrido, Pérez obtuvo la victoria. La lucha por el oro sería a las 20:15 hora de China… 07:15 en México.

07:15 hrs
Estoy en la oficina. Hago cómo que trabajo pero estoy al pendiente en todos los portales de cualquier noticia que provenga desde la sede olímpica. Un amigo escucha la transmisión desde su teléfono celular.
- Va ganando el mexicano. Dice de pronto.

07:23 hrs
- Ya empató el dominicano. Al parecer disputarán ‘punto de oro’. Entonces empezaron unos segundos agónicos, en cualquier momento la decisión podría ser favorable para cualquiera de los contendientes.

07:25 hrs.
- Terminó el combate, el ganador será definido por decisión de los jueces.
Uno, dos, tres… cien segundos. No tengo idea del tiempo que transcurrió en la espera de la noticia que definiría si México se vestía de plata u oro.

- Oro para México.
¿Es necesario decir que la noticia se regó como pólvora por toda la oficina, qué salte y grité de la emoción o que no me pude quitar la sonrisa de oreja a oreja en toda la mañana?

08:06 hrs.
Veo en You Tube el video del triunfo del mexicano. Cayó la segunda medalla olímpica para México. Al parecer será un gran día.

14:03 hrs.
Llegó a casa. En los resúmenes deportivos sólo hablan de Guillermo Pérez y su Oro para México. Entonces vi la repetición de la transmisión de TV Azteca y la forma en la que Arturo Rosique lloró al narrar. A mí también me fue imposible contener las lágrimas. Después, lleno de un cosquilleo indescriptible en el cuerpo vi la premiación y la manera en la que el lábaro patrio nacional ascendía a lo más alto mientras se escuchaba el Himno Nacional Mexicano. Guillermo Pérez cantando. Fue un triunfo que sólo debe ser suyo, pues fue él y nadie más quién disputó con toda la gallardía del mundo aquellos puntos históricos en el Tatami.

16:50 hrs.
Después de dormir un poco, bañarme y comer cualquier cosa, me enfundo la playera de la Selección Nacional de Futbol. Hoy comienza la eliminatoria mundialista contra Honduras. Salgo rumbo al Estadio Azteca.

18:15hrs.
Ya con mis amigos Rosalía, Ángel y Claudia, dejamos el auto en el estacionamiento del Azteca. El ambiente afuera del estadio ya es mundialista. Miles de personas en los alrededores con sus banderas, sus playeras verdes y sus ilusiones.

18:45hrs.
Ya dentro de uno de los Estadios con más historias del mundo las pantallas proyectan una vez más el triunfo de Guillermo Pérez. La ovación no se hace esperar.

19:55hrs.
La bandera de la y el himno de FIFA aparecen y detrás los jugadores de México y Honduras avanzan hacia el centro de un Estadio Azteca lleno. Flashazos, ovaciones, alaridos. Comienza la ceremonia de los himnos nacionales… al entonar el de mi país, por tercera vez en el día la piel se me pone de gallina. Canto con todas mis fuerzas.


20:00 – 20:45hrs.
El primer tiempo dura lo que un suspiro. Todo es nuevo en la Selección: el técnico sueco Sven-Göran Eriksson debuta como estratega nacional, por primera vez la mitad de los seleccionados juegan en europa, varios debuts… Ante un escenario imponente con más de 110, 000 almas (de los cuales sólo 6,000 son hondureños) el cuadro azteca comienza a atacar. Un poste, un balón que pasa a nada del arco rival, México está encima pero el primer gol es hondureño. Y el estadio guarda silencio pero se repone de inmediata. Confusión y el fantasma de la derrota comienza a rondar las tribunas.

20:45 – 21:00hrs.
Medio tiempo, estoy que me lleva el demonio. Aun así nos tomamos una foto.

21:00 – 21:45hrs.
Durante el segundo tiempo el Azteca es un hervidero. El público sigue apoyando, pidiendo la incursión de Cuauhtémoc Blanco al terreno de juego. Los minutos que pasan y el balón que sigue sin querer marcar a favor de México. A 15 minutos del final un disparo de Pavel Pardo hace que el grito de gol contenido en miles de gargantas estalle al unísono. El grito de ‘Si se puede’ impulsa a los verdes que tan sólo cinco minutos después consiguen su segundo tanto. Otra vez Pavel. El festejo en las tribunas, cervezas y refresco volando por todos lados nos empapan pero no importa. El grito de ‘México, México’ y la ola que recorre las gradas hace del Azteca, un mounstro de más de cien mil cabezas. Dejo de ver lo que pasa en el terreno de juego y me concentro en lo imponente que resulta una afición conectada con su equipo. Volteo y miro a Ángel, el también está conmovido, incluso llora. El árbitro silba el final. Ganó México 2-1, la gente canta el "Cielito lindo" y empieza su camino hacia el Mundial de Sudáfrica con el pie derecho.

21:50hrs.
Mientras esperamos a que el estadio se vacíe un poco me entero por medio de mensajes que Paola Espinosa y Tatina Ortiz, competidoras en clavados de 10m están disputando su pase a la final. Pao quedó en segundo lugar. Ambas pasarían a la final.


Jueves 21 de agosto
00:01hrs

Como unos tacos en un puesto cercano a mi casa. Unos señores dicen que la final de los clavados de 10m será a las 8 de la noche de Beijing… 7 de la mañana tiempo de México.

07:00hrs.
Llevó tres horas despierto gracias a un Red Bull, es el segundo que tomo desde el comienzo de las olimpiadas. Hago cómo que trabajo pero no trabajo. Aprendí la lección de un día antes y ahora sí me traje los audífonos para escuchar la competencia por medio del radio de mi teléfono celular. Por más de una hora escucho las cinco rondas de clavados. Paola y Tatiana compiten y rondan los primeros lugares.

08:06hrs.
Por poco México no entra al pódium. Cuarto lugar para Paola y quinto para Tatiana. Un orgullo sin consideramos que pusieron en jaque a la crema y nata de los clavados a nivel internacional . Llegarán a Londres con todas las condiciones para conseguir más medallas, además de la presea de bronce en sincronizados que obtuvieron la semana pasada.

24 horas de alaridos, de triunfos, de compartir la bendición de ser mexicanos y sabernos capaces de cualquier cosa. Al final ser mexicano es saberse parte de una raza luchona y profundamente orgullosa de sus raíces. Logros que hacemos de todos porque en nuestro México todos somos uno. Siempre quiero verte arriba. Como siempre, es un orgullo ser hijo de mi México lindo y querido.

*** Actualización, sábado 23 de agosto de 2008. 07:20hrs. ***

No pegué el ojo en toda la noche. Hay veces en las que las horas de la madrugada se vuelven insoportables. Justo cuando pensé que la obscuridad se ensañaría conmigo un rayito de esperanza llamado María del Rosarío Espinoza hizo más llevadero la llegada del amanecer. De manera contundente ganó la medalla de oro para México en Taekwondo femenil. Apenas 21 años y llena de valentía y caracter, sin prisas y paso a paso esta valiente sinaloense le regaló una alegría más al pueblo de México. Una vez más el Himno, una vez más la bandera elevandose en lo más alto. Una vez más, lloré de alegría.

Al final la cosecha en Beijing fue de dos oros y un bronce. Gracias a todos nuestros deportistas por las semanas que nos regalaron y que hicieron vibrar a todo un país.

lunes, 18 de agosto de 2008

Actitud, estilo y presencia


- Pero que mal te ves. Hoy si que no tienes ni actitud, ni estilo, ni presencia.

Así me dijo mi hermana una tarde en la que me encontraba medio desvelado, medio deprimido y medio mal vestido. La verdad ella no mentía, mi apariencia francamente era deplorable, aunque según yo, no tanto como para carecer de actitud, estilo o presencia.

Indignadísimo ahondé con mi hermana sobre el tema y averigüé que según los cánones de la juventud contemporánea chic buena onda de hoy, puedes carecer de una, o hasta de dos… pero no de las tres. Hacerlo es lo más parecido a ser un zombi sin futuro ni ambiciones. ¿Qué son la actitud, el estilo y la presencia?, he aquí una breve aproximación a sus definiciones:

Actitud: Dícese del comportamiento y actitud que se tiene ante la vida y las circunstancias que esta nos presenta.

Estilo: Modo de vestir, arreglarse y coordinarse en un conjunto. Jugando con contrastes, rarezas y elementos que nos den un toque único y peculiar.

Presencia: No hay de otra, ser bien parecido y agradable ante los demás.

Obviamente cualquier ser humano sobre esta tierra quisiera tener aunque sea una pizca de ellas. No resistí la tentación de preguntarle a mi hermana si en un día normal yo poseo actitud, presencia y estilo. Su respuesta no pudo ser más desoladora: “presencia no tienes, actitud menos… estilo, pues a veces”. Lo curioso es que bajo sus criterios, ella posee las tres. Ahora mismo, intento escribir estas líneas y ella me lo vuelve a repetir una y otra vez. Me pide que vaya a cualquier fiesta o reunión con gente creativa y alternativa, para darme cuenta que nadie podría sobrevivir en este mundo joven contemporáneo chic buena onda de hoy sin las características arriba mencionadas.

Intrigado le soltaba nombres de familiares, amigos y famosos para ver quién de ellos las poseía y en qué cantidad. Para mi sorpresa, casi todos los conocidos están faltos de todo. Ni presencia, ni actitud, ni estilo. ¿Significa que estamos feos, no sabemos vestirnos y además no tenemos carácter? ¿Será por eso que en las fiestas siempre me quedo del lado de los aburridos y no en el centro de atención en el que todos se divierten?

Si se supone que a ratos tengo estilo, lo único que me falta es encontrar la manera de poseer un poco de presencia y un mucho de actitud; esto último, según mi hermana, es de lo que más carezco. ¿Dónde compro un poquito de estos bienes? no tengo la menor idea, pero de que pueden llegar a volverse indispensables, no me cabe la menor duda. Al menos para portarse mal y salir airosos. Son varias las semanas que llevo fijándome en los niveles de actitud, presencia y estilo de cuanta persona se me cruza en el camino y el resultado no es nada alentador. Habrá que ir aprendiendo un poco de los grandes modelos que la vida nos ha dado: Paris Hilton, Chico Che, Maradona o Britney.

Escribiría más, pero tengo que ir a comprarme ropa de diseñador, hacerme un facial, un corte de cabello nuevo, al gimnasio, y a algún café de la Condesa para copiar el comportamiento de alguno de los intelectuales de izquierda que allí suelen reunirse. Si las cosas salen bien, está será mi apariencia en unos días:
¿Qué tal ehhh? Muéranse de la envidia.

viernes, 15 de agosto de 2008

Las cosas más bonitas

Como diría la Britney Spears: Oops, i did it again. Nuevamente, pese a los principios y normas personales que rigen este blog, vuelvo a contradecirme y a caer encadenado. Lo hago, porque al igual que la última vez, una gran colega bloguera me lanzó la invitación que obviamente no pude, ni quise rechazar.

Sin que yo pueda entender por qué, Nuri, la culpable de que yo esté escribiendo este post-cadena-premio, lo llama Meme. Después de varias horas de indagación científica la mejor definición que encontré para definir al tal Meme es la siguiente: Publicar seis cosas que disfrutemos mucho hacer o que nos causen un gran gusto; ah, y cinco canciones que también me gusten. Todo esto con el fin de conocernos un poquito más y salvar al mundo de su destrucción inminente a manos de los regguetoneros.

Comencemos pues… ¿qué disfruto? Pues en realidad un montón de cosas, aunque de quedarme con lo que en verdad se deleita mi existencia son los siguientes:

Estar con mis amigos, los de verdad. No importa dónde, el escenario a estas alturas viene a ser lo de menos. Porque a su lado todo lo soy y todo lo puedo, porque estando juntos somos más fuertes que cualquier obstáculo. Vamos, quien tenga amistades así sabrá que es una autentica bendición.

Escribir. Ya sea en este su blog de confianza, en una hoja de papel, en una servilleta o en dónde sea. Aunque al hacerlo se sufra y a veces sea el infierno mismo, pocas cosas desahogan el alma como convertir los sentimientos en palabras hasta ser capaz de dialogar con uno mismo y descubrirse.

Leer. Hermano del punto anterior. Realmente sentarse a leer en un lugar cómodo y silencioso, con un vaso de Coca Cola con hielo a un lado… y que la mente vuele hacia donde la propia literatura nos quiera llevar. Así podría pasar horas enteras. Siempre he sentido que por falta de tiempo voy a morir sin leer todo lo que quiero.

Ver futbol. También jugarlo, pero estar en un estadio o ver por televisión un partido del Atlante o de la Selección Mexicana, como diría el comercial, no tiene precio. Es más, el próximo miércoles iré al Azteca para apoyar a México en su juego contra Honduras. Si van, por allá nos vemos.

Viajar. Conocer nuevos lugares, costumbres, gente. Perderse en ciudades nuevas, recorrer caminos inhóspitos y volverse un aventurero nato que va en busca de lo inesperado para después convertirlo en aprendizaje de vida. Al igual que me pasa con leer, jamás me alcanzará el tiempo para viajar tanto como quisiera.

Enamorarme. Sí, se sufre, pero se gana un infinito de cosas más. No se importa si se es correspondido o no, si es una historia de amor perfecta o un completo desastre. Uno gana por el simple hecho de caer preso de un sentimiento tan grande que es el motor del universo. A partir de aquí la pasión puede desbordar en la mismísima arte de la inspiración. El problema es cuando el sueño acaba…

Ahora, para las canciones la situación es diferente. Me resulta imposible elegir solo cinco entre decenas de obras que pueden volverme loco. Lo que haré será poner las primeras que se me vengan a la mente y que podría decir, en este momento son de mis favoritas, aunque insisto, faltan y muchas.

Las cosas más bonitas – Magnolia y los no me olvides. Proyecto alterno del vocalista de Panda, esta canción da nombre a este post. Enumerar las cosas más bonitas siempre será más fácil que ver lo negativo del mundo.

A la primera persona – Alejandro Sanz. Pocas canciones con tanta fuerza tanto sonora como líricamente. Una poesía llena de intensidad y sinceridad. ¿Estará de más decir que esa canción describe al pie de la letra el momento en el que anímicamente me encuentro?

No Regrets – Robbie Williams. Porque a veces la soledad y el paso del tiempo puede hacernos duros y darnos la fortaleza para seguir adelante. Llegará un momento en el que mirar atrás sea menos doloroso y las otras personas dejan de volverse tan necesarias. Esta canción me ha salvado varias veces.

Aunque digas – La Nueva Banda Timbiriche. Ya sé. Es demasiado fresa y hasta cierto punto prefabricada, pero desde hace unas semanas no se me puede salir de la cabeza. Me queda y mucho. Ya ven, se me da la necedad.

No vuelvo más – Ximena Sariñana. Comparto el mismo temor de la letra: ser sólo algo pasajero en las otras personas y no volverme importante o trascendente para los demás. Dejar huella en ellos y en sus corazones y no una tenue huella que el viento se lleve.

Y ya, acaba ahí. Escribir este tipo de entradas siempre se me complica.

martes, 12 de agosto de 2008

Mi desvelo por un bronce

Fue el puro presentimiento de que algo grande pasaría, el que hoy me hizo madrugar mucho más temprano que de costumbre. Apenas la 01:30 de la madrugada y mi corazón ya latía un poco más fuerte de lo normal. Sabía que no se fallarían a si mismas y mucho menos a México. Sabía que tanto Tatiana Ortiz como Paola Espinosa conseguirían una medalla olímpica… el resto ya es historia, y de las grandes.

¿O será mejor decir enorme? Cómo llamarle a la epopeya de pararse en el llamado “Cubo de Agua”, capital china de los clavados y plantarle cara a las parejas de clavados sincronizados más poderosas del mundo. Ahí estaban Alemania, Canadá, Australia, Gran Bretaña, Corea, China, Estados Unidos y dos mexicanas talentosas a las que poco les importó haber terminado la primera y segunda ronda de los clavados en el último sitio. No sé si fue la esperanza o la solidaridad con mis compatriotas que a pesar de todo no perdían la calma o las ganas de dejarme seducir por el encanto de Paola Espinosa lo que impidió apagar el televisor y regresar a los brazos de Morfeo. Lo cierto es que lejos de caer en la desesperación ambas mostraron una seguridad que nos tranquilizó a más de uno y que tres rondas de clavado después las depositó en la tercera posición, a un tris de robarle la presea plateada a las australianas.

Después ni hablar, ya no me importaría pasar una hora más sin dormir pues nada ni nadie me haría perderme ver como Paola y Tatiana recibían sus medallas de bronce en el pódium o ver elevarse la bandera nacional en lo más alto del deporte mundial.

Unas horas después sigue siendo martes. Gracias a un Red Bull y a la alegría que da un triunfo que el país siente en las entrañas pude continuar el día de forma más o menos decente. En todos lados se habla de la medalla obtenida. El desvelo no fue nada comparado con la emoción que viví en la madrugada y que me deja un sabor esperanzador pues Paola y todo su carisma y hermosura competirá en una semana en la prueba femenil de clavados en 10 metros, y seguramente, de nuevo valdrá la pena trasnochar.

Lo demás es nada hoy, cayó el primer bronce para México.

domingo, 10 de agosto de 2008

La novela de mi vida

Más temprano que tarde todos los que nos hemos dejado seducir por la literatura solemos hacernos la misma pregunta:

¿Cuál es el mejor libro que hemos leído en nuestra vida?

La respuesta en apariencia no debería ser sencilla. Todos tenemos nuestro selecto grupo de libros consentidos, aquel que sólo puede ser integrado por esas obras que nos han robado el aliento y el entendimiento, las que nos han hecho descubrirnos y hasta dudar de todo lo que nos rodea. Rayuela,
Cien años de Soledad , Pedro Paramo, Las Batallas en el Desierto, La Insoportable levedad del ser o La Guerra del Fin del Mundo son algunas de las novelas que poseen un lugar privilegiado en mi biblioteca personal y que aun así aparecerán relegadas a un segundo lugar, siempre detrás de Diablo Guardián, la novela de mi vida.


Escrita por Xavier Velasco y ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2003, está destinada a convertirse en un clásico de la literatura mexicana contemporánea. Su manejo del lenguaje, la destreza narrativa de ubicar la acción de forma ordenadamente atemporal y sobre todo una heroína inolvidable hacen que leer ‘Diablo Guardián’ sea una experiencia literaria completa. Al sumergirte en ella seguramente te reirás, conmoverás o hasta divertirás, pero seguramente, en algún punto la historia te torcerá las entrañas y entonces no podrás dejarla por más daño que te cause el encontrarte en ciertos párrafos de la historia.

Al menos eso pasó conmigo. Por más que pienso no doy con la respuesta ¿en que preciso instante me atrapó la historia de una joven de quince años huyendo a la frontera con el dinero que le robó a sus padres? Si en algún momento de la existencia es bueno creer en las casualidades, entonces esa novela me escogió para cambiarme la vida. Disculpen si no ahondo mucho en la trama de ‘Diablo Guardián’, de la cual seguramente ya se ha escrito mucho en otros sitios. Comentar la historia y
los motivos que lo llevaron a su escritura sólo debería hacerlo el mismo Xavier y aún así la fascinación seguiría siendo un nudo indescifrable. He tenido la oportunidad de hablar varias veces con él y lejos de comprender la mecánica detrás del movimiento de la historia, sólo puedo mirar cautivado como el universo de Violetta, la protagonista, cada vez me atrapa un poco más.

‘Diablo Guardián’ me robó el corazón por ser un espejo cuyo reflejo magnifica mis miedos y deseos. Porque además de ser la historia de una mujer encantadora, interesada y descarada dispuesta a todo por hacer lo que se le pegue la gana, es sobre todo una historia de amor a la medida de cualquier pobre diablo como Pig, perdedor enamorada de Violetta resignado a siempre jugar el papel de héroe desde las sombras. Si el autor del libro varias veces ha confesado haberle dado más de su personalidad a Violetta que a Pig, en mi caso es lo contrario. Por más que busco elementos que me salven de decir la chocarrera frase “ese personaje soy yo” nomás no encuentro la diferencia entre el personaje y el lector: miedo al amor acompañado de unas terribles ganas de caer en sus garras, obsesionado por una mujer encantadora pero letal y peligrosa, con ganas de ser un gran escritor cuando ni el mismo se lo cree, triste, apático y sin arrojo… ¿queda alguna duda de porque esta novela me duele?

Y a pesar de todo no podré dejarla nunca. Así como Pig se aferra a su Violetta como única tabla de salvación, yo muchas veces me he aferrado a esta novela como última oportunidad de entender la vida. Por eso la he leído completa tres veces y en innumerables ocasiones he releído varios de sus pasajes. Por eso la tengo a lado de mi cama y quizá por eso también es que la he regalado en par de ocasiones. Se me hace indispensable saber que hasta una mujer como Violetta tiene sus puntos débiles y los perdedores como Pig tenemos nuestra oportunidad de tener nuestra noche romántica encima de un carrito de Montaña Rusa.

Al final podrá ser la historia de una adolescente que huyo a Nueva York con ganas de volverse millonaria y terminó seduciendo hombres en los hoteles para estafarlos, o la historia de un corrupto como Nefestofales, o de un huérfano que le teme a los hombres lobo. Podría creerse que esta novela trata sobre una familia con ganas de figurar en sociedad y que roba a la Cruz Roja. ¿Qué más da si en sus páginas cabe Mario Bros, Superman, kilos enteros de cocaína, 'The Passenger' de Iggy Pop, o Las Vegas y Cuernavaca? Todo dentro de sus páginas me atrae como un imán pues en cada párrafo encuentro referencias sobre mí.

Así es la novela de mi vida, la que en ocasiones me ha impulsado para en ocasiones apostar todo o nada y lanzar los dados sin más deseo que el sentir la adrenalina de hacerlo. En parte, este juego siempre interminable de deshacerme de a poquito en letras se lo debo a ‘Diablo Guardián’. Si la escritura y el amor siempre me han parecido lo más importante del mundo, con esta novela no me queda otra que perderme en una historia que espero no me quede grande.

Por cierto, no se me olvida y tampoco tú lo hagas…
Dalilah eres tú. Ahora sabes porque me interesa tanto que me veas en esta historia.

"Uno prefiere hablar con las estampas porque ellas no se ríen, ni se apiadan. Porque aún así saben, tienen que saberlo, que vamos por la noche como las ambulancias, aullando para silenciar las carcajadas del Creador, porque si había un Dios que lo miraba tenía que reírse, porque cualquiera se habría carcajeado de mirar sus estúpidos rituales, que sin embargo eran lo único que tenía para defenderse de la nada: esa mustia perversa que primero se había transfigurado en Hombre Lobo y después en aquella urgencia convulsiva que le exigía a gritos llamarle por su nombre: amor."

(Fragmento de ‘Diablo Guardián´)

Xavier Velasco también ha públicado "El Materialismo Histérico", "Luna llena en las Rocas" y "Éste que ves". Todas ampliamente recomendables.

jueves, 7 de agosto de 2008

Abanderada, estoy enamorado de usted

Beijing por acá, Beijing por allá; en todos lados. En las revistas, en los periódicos, en las noticias, en la publicidad. Éste blog no puede ser la excepción, mucho menos si hablar de los Juegos Olímpicos es tan sólo un pretexto para hablar de ella.

Faltan algo así como 12 horas para que del otro lado del mundo de inicio la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos, y aproximadamente unas 14 para que comience el desfile de cada una de las delegaciones de los países participantes. Si bien, cada cuatro años escuchar el nombre de mi país y ver irrumpir a mi bandera en el Estadio Olímpico es electrizante, en esta ocasión lo será aun más debido a que creo estar enamorado de la abanderada de la Delegación Olímpica Mexicana.

Se llama Paola Espinosa, acaba de cumplir 22 años y es una de las mejores clavadistas del mundo. Originaria de Baja California Sur, es una de las pocas esperanzas de medalla para estos juegos y la atleta mexicana más seguida en el último mes. Cargar a cuestas con la ilusión de todo un país no debe ser nada fácil, y sin embargo, ella ni se inmuta. Al contrario, parece disfrutarlo. ¿Será una de las cosas que la hacen tan atractiva?, lo cierto es que desde la pasada olimpiada vengo siguiéndole la pista como un fiel admirador a su belleza, logros y actitud, manía que ha venido incrementándose conforme la justa deportiva venía aproximándose y Paola atrajo cada vez más los reflectores. Pelearle de tú a tú a las chinas, canadiense, estadounidenses y alemanas no será nada fácil. Ignoro si ganará alguna medalla, aunque no me cabe ni la menor duda: peleará con todo por conseguirlo.

La admiro y me gusta. Hasta he comenzado a buscar la manera de poder conocerla cuando en unas semanas, regrese como toda una triunfadora. Mi amiga Claudia dice que un conocido suyo la conoce (mencione el verbo ‘conocer’ tres veces en los últimos renglones). Aunque dicen anda con el también clavadista Rommel Pacheco, otra amiga averiguó que de momento Paola no tiene novio ¿será?... Y de ser algún día presentado con ella qué le diría: hola Paola, medallista olímpica idolatrada por todo México, ¿aceptarías salir conmigo?

Ojalá Claudia cumpla su promesa y me la presente, ojalá el destino quiera que le caiga bien y Dios y todos los Santos intercedan para que esta idea no termine en el limbo de mis planes frustrados por más de que reúna todas las características para hacerlo. De todas formas dejaré la ética de lado y utilizaré este blog para sacar un provecho personal y pedir que si alguien la conoce y quiere presentármela, pasarme su teléfono o su mail, está en su libre derecho de hacerlo y me haría un grandísimo favor. Prometo comportarme.

En unas horas recorrerá la pista olímpica con la bandera de mi país y en cinco días intentará llenar de satisfacción a todo un país. Ya estamos orgullosos de ti y de todos los deportistas que pondrán su vida en poner el nombre de México en las nubes.

Suerte.

martes, 5 de agosto de 2008

Tan poco importante

El desastre que dejaste, aunque ni me creas, y peor tantito, ni lo sepas; es mucho más mortífero y atrofiante de lo que crees. Ese vacío en el que caben universos hace ridículamente pequeño y hasta infame al resto del mundo, es el que me tiene hoy estático, en medio de la parálisis total que da el amor a destiempo.

Fuera de aquel sufrimiento que agobia nada existe. Mucho menos preocupa. Mi trabajo en los últimos tres días ha sido un desastre, varias veces me han llamado la atención pidiendo más atención de mi parte o me han pedido más compromiso. Simplemente callo. Es mil un veces mejor que decirles la verdad: absolutamente nada, aparte de ella importa. ¿Cómo quieren que me levante y sea productivo cuando la continua tormenta de mi alma ya oxidó mi corazón?

Entérate mundo, me tienes sin cuidado.No soporto estar aquí, mucho menos allá. No creo, por más que lleve años haciéndolo sin descansa, aguantar un segundo más de este delirio que me hace verte hasta en la oscuridad de mi habitación. El cielo puede llover, eclipsar o lo que le dé la gana. El destino puede tenderme cuanta trampa se le ocurra y yo seguiré sin inmutarme. Así e poco importante son los colores y las formas de todo aquello que no sea parte del amor.

Estoy cansado de vivir en un mundo dónde lo tan poco importante es lo importante.



Yo no soy así, es el desastre que dejaste.

sábado, 2 de agosto de 2008

Gabriel encuerado

Hace unos dos meses que publiqué esta foto sexy en mi perfil:

Desde entonces he recibido muchas críticas de familiares, amigos y lectores del blog. Muchos dicen que estoy encuerado, otros que soy un vulgar y solo a un par de chicas les pareció que me veo bien. De cualquier modo, la imagen no paso desapercibida ni en mi Hi5 ni en este blog. He aquí algunos comentarios de la dichosa foto en este blog:

Lata Moderna:
¿Qué onda con tu foto encuerado???? EEEh, ¿andas buscando amante???? mmmm... y yo pensé que eso sólo sucedía en Hi5 ;)

Nuri:
P.d. La foto si debes pensar en un cambio. ¿¿¿Como encuerado????

Victoria
No me lo tomes a mal pero también sugiero que cambies tu foto... me brinca contra tu estilo de escribir que estés con esta foto me parece un poco irreverente... ¿no?

Ante tanta polémica, voy a romper el silencio. La foto fue tomada por ‘mi mismo’ un domingo de hace como año y medio. Venía de jugar futbol en un parque, y así sin planearlo ni nada, la idea me vino después de darme un baño. Aunque la explicación quizá esté de más, diré que no estaba completamente encuerado. Total, debido a que el Gabriel semi-encuerado no tuvo el éxito esperado por mí, a partir de este momento cambiaré la foto de mi perfil por una más decente y en la que luzco como el joven inocente que soy.

Ofrezco mis disculpas a aquellas que se enamoraron de mi gracias a la foto, o se sintieron irremediablemente atraídas hacía un servidor.

¿Qué le va uno a hacer?

pd. ¿ya vieron mi brazo musculoso?