sábado, 9 de mayo de 2009

Mis aventuras con la ley a causa de mis problemas con el alcohol


Con todo el rollo de la influenza dejé de narrarles una anécdota en la que, para variar, hice el ridículo. Esta es la historia.

Jueves 30 de abril, en plena contingencia ambiental a mi amiga Kika se le ocurrió hacer una pequeña reunión (no fiesta, reunión) para celebrar el cumpleaños de Luis, su marido desde hace 5 meses. La verdad como soy ñoño y temeroso de la influenza, estaba firmemente convencido de no asistir. Sin embargo, los anfitriones son bien buena onda y mis mejores amigos (Ángel, Claudia y Rosalía) iban a ir. Como trabajaba al otro día, decidí que asistiría, con todo y cubrebocas, sólo un ratito (ajá).

Pasé por Rosalía eso de las 9 de la noche. De ahí nos dirigimos a la reunioncilla donde fuimos los primeros en llegar. De la reunión podría contar muchas cosas, pero seguramente acabaría regañado (yo me entiendo). Hubo botanas, cervezas y refrescos. El autor de este blog, que cuando trabaja al otro día rara vez toma algo más que una Coca-Cola con hielo, tuvo la ocurrencia de tomarse una cerveza. No dos, ni tres, ni cinco; sino una. Y como dicen, una no es ninguna.

A eso de la una de la mañana del ya viernes 1 de mayo, me retiré a mi casa. El regreso fue rápido y sin novedad. Mi cabeza iba absorta, pa’ que me hago güey, en un nombre de mujer. Entraba a Paseos de Churubusco escuchando 4 segundos en el estéreo del auto. Aceleraba por una de las calles vacías cuando a medida calle, de la nada, salió un tope. Bueno, la verdad es que siempre ha estado ahí, pero no lo vi y como iba medio rápido pues… volé. Obviamente no me volteé ni nada por el estilo, simplemente pasé el tope medio rápido y seguí mi camino. Dos calles adelante noté que me seguía una de esas nuevas camionetas de la policía con las luces rojiazules prendidas. Presentí que me quizá me estaban hablando. Bajé el volumen del radio y en efecto, me estaban pidiendo que me detuviera.

Dicen que ‘el que nada debe nada teme’ y por eso me estacioné. Un policía se acercó y pidió que bajara el vidrio. Me preguntó si estaba bien y me pidió mi licencia de conducir y la tarjeta de circulación de mi automóvil y se las llevó a su compañero y regresó. Todo iba bien hasta me dijo que percibió mi aliento alcohólico y qué sería necesario que hiciera la famosa “prueba del alcoholímetro”. Confiado le conté que venía de una reunión y que me había tomado una sólo una cerveza, por lo que confiaba ciegamente en pasar la dichosa prueba. Lo malo era que los uniformados no traían uno de esos artefactos en su unidad y por lo consiguiente, tendría que acompañarlos a la agencia policiaca de Iztapalapa más cercana.

-Oigan, pero no me iré a tardar mucho, es que mañana trabajo muy temprano y quiero dormir lo más posible. Total, en las noticias dicen que el nivel permitido de alcohol es de dos a tres cervezas, así que con lo poquísimo que tomé voy a salir negativo. Les comenté.


- No se crea joven, esas son mentiras, en realidad he visto a mucha gente dar positivo con sólo una cerveza. Seguramente si lo llevamos, va a rebasar el nivel permitido. Contestaron

Los siguientes veinte minutos los pasé discutiendo inútilmente con los policías. Por más que les dije que no había hecho nada, que ni siquiera estaba borracho y que por la información que antes había consultado era prácticamente risible que me llevaran ellos nomás y no cedían. Quitando lo molesto de la situación, la verdad es que esos dos sujetos eran unos personajazos con los que hasta hice algunas bromas. Hasta me dijeron ‘Gabriel, la verdad nos caíste bien’.

Aun así no me dejaron ir. Lo frustrante de la situación es que me encontraba a unas cinco calles de mi casa. Como nomás no veía claro y según los polis, ya me tenían que llevar porque ya le habían reportado mi caso al comandante y me estaba esperando, hice lo que cualquier hombre maduro de mi edad haría: le hablé a mi familia para que fuera a mi rescate. Al principio los polis no querían ‘que molestará a nadie de mi familia a esas horas de la madrugada’. Les dije que si no me iban a dejar libre, entonces a mi no me iba a importar despertar al mismo Presidente de ser necesario.

No quisieron esperar más. Después de decirle a mi familia lo que estaba pasando uno de los policías se subió conmigo y el otro nos fue siguiendo en su moderna camioneta policiaca. Si no me zafaba de esa, iba a terminar dando positivo en el alcoholímetro (no dudo que probablemente manipulado) y me iban a mandar detenido, en pleno brote de influenza, 36 horas al ‘Torito’ (así se llama donde encierran a los borrachos), además tendría que pagar una multa y mi coche acabaría en el corralón, de donde no saldría sin pagar unos 1,200 pesos por el encierro. Eso sin contar que por mi falta igual y hasta me corrían del trabajo.

Durante el trayecto el policía me fue insistiendo en lo mucho de tiempo y dinero que iba a perder si llegábamos a la estación de policía. Finalmente soltó la pregunta ‘¿cómo le vamos a hacer? tú dime' Nos paramos a una cuadra de la dichosa estación disqué para negociar. No estoy a favor de la corrupción, pero como este era un caso extremo les ofrecí 60 pesos… ¡y hasta se ofendieron! Según ellos, con unos mil pesos podría salir del problema. No sé qué cara les hice para que me explicaran que del dinero que les diera casi nada sería para ellos pues tenían que darle dinero al doctor que hace las pruebas, al comandante, al del ministerio público y a no sé cuántos más.

En esas andaba dudoso cuando hicieron su aparición mi hermana y mi mamá. Entonces los polis de lo más amable les contaron mi Twitter lo que sucedió. Claro, ellos se pintaron como los sufridos servidores públicos que cuidan el orden y a mí como el joven borracho e irresponsable. De pronto mi hermana enloqueció y empezó a hacer un montón de llamadas a sus conocidos. Yo aproveché para sacar mi celular, postear en que estaba detenido por la policía y por supuesto, le mandé un mensaje a Rosalía avisándole de mi detención. La susodicha me habló un minuto después para preguntarme dónde estaba. Mi hermana enloqueció más y comenzó a decirle de cosas a los poli. Rosalía volvió a marcarme para avisarme que ya venía en camino junto con Claudia y ‘otro güey’ que estaba en la fiesta.

En vista de que aquello estaba a nada de volverse una verbena popular, los polis nerviosos nos pidieron que dejáramos de hacer las cosas más grandes y que no insistiéramos en llamar a tanta gente. Entonces les ofrecí, como ganga final, 200 pesos. Y aunque yo mismo consideraba esa cantidad un insulto, que aceptan. Se los di ‘bajita la mano’ y hasta cerramos el trato con un apretón de manos y una despedida afectuosa. Nos desearon buenas noches y desaparecieron peor que bandidos. De haber sabido les hubiera vuelto a ofrecer los sesenta pesos.

Le avisé a Rosalía y a Claudia que mejor las veía en mi casa para seguir la fiesta y me retiré a mis aposentos.

Al otro día fui a trabajar desveladisimo pero con mi quincena casi intacta y con el auto en mi poder. La moraleja de esta aventura no es que tomar no deja nada, sino que, cuando te detengan por alguna tontería no cedas, desespera a los polis, dales largas y no muestres la menor prisa. Si puedes llama a medio mundo pues esto apanica a los uniformados corruptos. Lo más seguro es que se cansen y te dejen ir a cambio de una cantidad risible o en una de esas, si tienes mucha suerte, hasta gratis.

Saludos, y sí usted vino a tomar vino, tome vino, y si no, ¿a qué carajos vino?

11 comentarios:

Ulises dijo...

JAJAJAJAJA, así son! más cotizados que las princesas! pero algunos son buena onda, una vez a mi me acompañaron hasta la puerta de mi casa sin intereses mayores.

Alviseni dijo...

menos mal.

cuando me pasó eso desafortunadamente sí terminé en el torito. es aburrido ahí...aunque en realidad me la hubiera pasado similar en lo que a encerradose refire, pero mejr sábado crudo en casa que allá.

y buen, estricamente hablando no es necesario que sean 3 cervezas..se dice eso porque en 3 cervezas está contenido la cantidad de alcohol que se permite por la ley en la sangre...pero en sí lo que impóra es precisamente ese grado de alcoholemia, y cada quien lo absorbe y metaboliza distinto.

bueno.

Jessie dijo...

Jajaja, pero que mal está la ley en la Tierra, ya fui a otra libreta a decir lo mismo: que deberían regresar a la monarquía, como nosotros.

Sabés, a mi papá, cuando ha ido a la Tierra, le ha pasado lo mismo 3 veces, pero no por briago, sino que, la primera vez fue por no darle la vuelta a una miserable glorietita, pues tuvo que dar un billete de los de color rosa-rojo. La segunda vez fue porque se pasó una calle en sentido opuesto, aquella vez le salió gratis porque, como vos decís, les cayó bien a los uniformados azules. Y la tercera fue por pasarse una luz roja (ya sé qué significa la luz roja), y mi papá les tiró un muy buen speech a los uniformados, tanto, que acabaron diciendo, así, textual: "sale güerito, nos caiste bien que te dejaremos ir, pero a la próxima pon más cuidado".

Pero, en serio, finalmente, yo también, bueno, yo no, pero mi papá también ha sido víctima de la mala ley de la Tierra, y me lo ha platicado amí, por si algún día se me ocurre ir para allá, ya sé que tengo que manejar con cuidado.

Te saludo y me despido

Atentamente:
Jessie

drneon dijo...

"Ayúdese de un cajero jóven, si quiere lo acompañamos"

Ahi te dejo esa frase. Saca tus concluciones de hasta donde pueden llegar esos cerdos.

saludos

gabriel revelo dijo...

neri: pues es cuestión de suerte jajaja. en la justicia como en la vida, hay de todo.

alvi: la verdad a mi me da mucha curiosidad eso de acabar en torito, hasta he pensado hacer algo para de alguna forma terminar ahí... ya ves, igual y la historia luego hasta iría a parar al blog. me encantaría saber, por mera precaución, como metabizo el alcohol.

jessie: simple y sencillamente, para bien o para mal, así es la idiosincracia del mexicano. aun así ven, hasta estos lios son divertidos.

doc neón: jajaja, creo que esa frase también me la han dicho. saludos.

Victoria dijo...

que bueno que te salio en 200 pesos el chiste pero neto que ratas estos.

gabriel revelo dijo...

vic: pues sí, pero que me dieran material para un post en este blog no tiene precio jeje.

Anónimo dijo...

jaja... para ser HONESTA nunca habia leido este post... (en el que por cierto :) soy mencionada)... pero la verdad es que hasta me hiciste sentir culpable :(.... aunque pensandolo bien... yo puse el vodka y Angél las chelas... aunque...¿quién hace reunion un jueves en plena contingencia?...

Ta´ bien acepto mi responsabilidad... aunque solo como sugerencia: Pa´la proxima emborrachate con ganas jaja pa´ que por lo menos valga la pena... o de plano no tomes y esos 200 pesitos hechalos a la vaca... jajajja

Por cierto nunca mencionaste que tu cubrebocas de gatos duro en su lugar menos de 5 min.... jajaja....

Salu2!

Kika

gabriel revelo dijo...

kika: gracias por visitar el blog, es un honor que me leas. pues sí, a quién se le ocurre hacer una reunión en pleno jueves de contingencia jajaja. prometo que a la próxima me embriagaré como Dios manda y claro, llevaré mi cubreboca de gato.

Tulius Ciceron dijo...

jaaa!!! y tu crees que vivimos en el pais de las maravillas gabriel!!!

yo en agosto, tuve el mismo caso... y creeme creeeme CREEEME!!! que por salir del antro, encontrarte a un amigo, estacionarte!! y saludarlo, ambos dos, nos hicimos merecedores a una multa administrativa (no por aliento ni estado de hebriedad) POR FALTARLES AL RESPETO!! 5 horas de bote y llegara a las 10 de la mañana a mi casa para solo bañarme e irme a trabajar

se ofendieron no por 60, ni 200 se ofendieron cuando saque 500 pesos!!! llamaron 3 camionetas mas, nos esposaron y nos llevaron como malditos narcotraficantes de alta peligrosidad. pasas a creer??

asi que lo que a ti te paso fue porque has de haber agarrado a unos novatos, y aunado a eso, que empezaste a hablarle a tus contactos y ellos acudieron inmediatamente.

gabriel revelo dijo...

maverick: estuvo mejor tu aventura. no puedo creer que se hayan ofendido con 500 pesos. la corrupción apesta, ojalá que algún día sean tan efectivos para detener a los verdaderos delincuentes. ¡saludos!.