lunes, 31 de octubre de 2011

Lo que aprendí de Guadalajara 2011



La mañana está nostálgica, y presiento que así será el resto de la tarde. Prendo el televisor y ya no hay competencias en televisión. No más juegos de polo acuático, partidos trepidantes de voleibol de playa o sesiones de atletismo en las que me era imposible levantarme y hacer otra cosa. Aunque las primeras planas de los periódicos me confirman que lo sucedido durante las últimas dos semanas no fue un sueño, a veces siento que todo me lo inventé. Y es que fue casi perfecto.

Estar triste y a la vez orgulloso. Quién piense que es imposible poder tener ambos sentimientos al mismo tiempo es porque no vio los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Y no vibró. Y no se dio cuenta que éste evento fue simplemente inolvidable. Desde la fastuosa inauguración del 14 de octubre pasado, hasta la clausura del día de ayer todo fue impecable. Momentos aleccionadores de los que aprendimos varias cosas:

1. Que a pesar de las grillas políticas y las dudas, los Juegos Panamericanos pudieron llevarse a cabo y de una manera que nadie sospecho, superando con creces cualquier expectativa. Gracias a las autoridades federales y estatales, pero sobre al público y a los cientos de voluntarios que con su dedicación se volvieron el alma de Guadalajara 2011.

2. Que no hay imposibles. Que pensar en unos juegos olímpicos en Guadalajara ya no suena descabellado. Dicen los que saben que la organización, las ceremonias de apertura y clausura, y escenarios deportivos de estos Panamericanos no le piden nada a los de cualquier Olimpiada o Mundial celebrado recientemente. Y yo les creo. Al menos la impresión que tuve al ver las transmisiones por televisión es la misma: se estuvo a la altura.

3. Que Guadalajara está más hermosa que nunca. Si ya de por sí era una metrópoli mexicanísima y con el equilibrio justo entre tradición y modernidad, en estos juegos lució radiante. Daban ganas de caminar entre sus calles y recorrer todos esos espacios ricos en cultura, de belleza arrebatadora que fueron adornados por días llenos de sol y cielo azul.

4. Que no todo en la vida es futbol. Descubrir que puedo emocionarme con una gran infinidad de deportes fue una agradable sorpresa. Básquetbol, tae kwon do, clavados, balonmano, tiro con arco, ciclismo, raquetbol, boxeo, natación, o gimnasia rítmica, entre otros, que hicieron que el mosaico deportivo de cada día fuera imperdible. De pronto la gente y los medios dejaban de hablar del futbol, del americano y de la serie mundial de beisbol, para hablar de las competencias panamericanas y de los atletas que frente a los ojos del continente se convertían en leyendas.

5. Que pese a todo, el deporte mexicano sigue vivo. A pesar de que en su mayoría estos logros son por esfuerzos personales, siempre emociona ver que un connacional triunfe y ponga el nombre del país muy en alto. Nada como ver ondeando la bandera y escuchar el himno nacional después de una gesta deportiva.

6. Que de nuevo, las mujeres mexicanas pusieron el ejemplo y atrajeron la mayor cantidad de medallas de la delegación mexicana. Nombres como el de Paola Longoria, Cinthya Valdez o Paola Espinoza infunden ya respeto y admiración de la afición. Uno de los grandes tesoros de México son sus mujeres. Siempre luchonas, siempre valientes.

7. Que la afición completo la fiesta de manera brillante. El apoyo no sólo a los competidores mexicanos, sino al de todas las delegaciones hizo de estos juegos una fiesta. Un ambiente de primera en el que se respiraba cordialidad.

8. Que para ser anfitriones los mexicanos nos pintamos solos. Siempre abrazamos a los visitantes con calidez y alegría. Esta vez la ciudad tapatía y sus habitantes demostraron que con civilidad y sumando voluntades es posible dejar una profunda huella en el corazón de quienes vinieron a los Panamericanos. ¿Cuántos cientos de corazones habrás enamorado Guadalajara?

Dos semanas después, México terminó en cuarto lugar del medallero con 42 preseas de oro, 41 de plata y 50 de bronce, logrando así su mejor participación en la historia de estos juegos. Cayó el telón de Guadalajara 2011. Despedimos al continente con una lágrima en los ojos, pero con una imborrable sonrisa, muestra de la satisfacción que da el deber cumplido. Un orgullo ser mexicano.

Adiós Guadalajara 2011. Bienvenido Toronto 2015.

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