lunes, 16 de abril de 2012

Nuestros fines del mundo


Huracanes; temblores en Indonesia, Japón, Centroamérica, Italia y varias zonas de México; sequía, volcanes activos. Quienes hasta hace unos meses tomábamos a broma el fin del mundo programado para el 21 de diciembre de este año, hemos empezado a considerar la opción de que en efecto, un cataclismo acabe con gran parte de la humanidad.

Desde hace tres semanas, cuando un fuerte sismo de 7.8 grados cimbró la Ciudad de México , no ha dejado de temblar. Por más escéptico que uno sea, la cosquillita de que algo malo puede pasar está latente. Y me preocupa. Algo dentro de mí me dice que algo tremendo está por suceder. Sin embargo, me digo que esto del final no debe ser tan grave.

Y es que llevamos un buen rato dejando de ser, desintegrándonos.

Nuestros fines del mundo pasan a cada instante.
Cuando dejamos de vernos.
Y cuando nuestras pupilas nos retratan mutuamente, también se nos escapa un segundo del nosotros.

Con cada respiración el fin de lo que soy, eres, y seremos se acerca. Nos convertimos en un camino hacia el fin desde el momento en el que nacemos. El proceso de crecer no es sino morir a la inversa. El fin del mundo sucede cuando anochece y perdemos la noción de que nadie nos devolverá ese día.

Ahora dicen que moriremos por los sismos, las guerras y el calentamiento global. Yo digo que esos sólo son métodos que utiliza Dios para no aburrirse y ver más pronto el final de nuestras historias.

Hoy vi al fin del mundo. Tiene forma de hoja cayendo al suelo, de velita de cumpleaños, de calendario a punto de caducar. Lo vi de frente y ya no le temo, sólo le pido que tarde mucho en terminar su obra. Después de todo debo verlo como un amigo, me conoce bien, lleva años empeñado en hacerme polvo, reducirme a la nada. Borrar lo que parece tan sólido.

El fin del mundo sucede mientras escribo esto, y habrá ocurrido un poco más para cuando alguien lea estas palabras. Ir a la iglesia y encomendarse es sólo pedir una prorroga de lo que podrá retrasarse, más no detenerse.

No pierdas el tiempo buscando la fecha exacta del fin de todo. El reloj de arena lo giraron desde el primer amanecer del mundo. No te preocupes por lo que has vivido, más bien ocúpate por aprovechar lo que te queda.

Hazlo despacito pero sin parar, tal y como lo hacen nuestros fines del mundo, cuando nos van erosionando.

Sigo siendo pésimo para seguir mis propios consejos.

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