domingo, 17 de junio de 2012

Silencio



“Aunque jamás será lo mismo aquel rincón
porque le falta el temblor de tu cuerpo,
y le falta a la noche, el relente
y la envidia de la gente”
-Alejandro Sanz, Silencio.

Se guarda silencio justo cuando se tiene más que decir, pero también cuando hay más miedo.

Se guarda silencio cuando las ganas de gritar intimidan nuestra voluntad.

Si ahora las palabras están guardadas, es porque la sola idea de viajar por el aire y hacer eco en los oídos indicados pone en duda el discurso más elaborado. Y es que hasta la frase más bella puede ser un arma letal si se suelta en el instante y momento equivocado.

Guardar silencio por miedo, y por respeto tanto al presente como al futuro, todo por no querer contaminarlos de la incertidumbre de un hoy sombrío. Silencio para tomar valor o por lo menos aparentarlo. Silencio para el llanto más triste, el que no puede desahogarse por temor a que más calamidades vengan a nublar el destino.

Silencio no por elección ni obligación, sino por resignación. Silencio para desbaratar los puentes del entendimiento con el resto del mundo. Y quedar aislado, en espera de un milagro, o del cataclismo infernal que de una vez consuma lo poco que se mantiene en pie.

Se asume el vacío sonoro temblando por el temporal. Abandonado, solitario, como un refugio donde protegerse y no tener que dar explicaciones de nuestros actos.

Se está en silencio cuando se desea no estar, ni decir, ni existir. Se está en silencio porque es lo más parecido a estar muerto.

Gabriel Revelo
Junio del 2012

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente! Aunque a veces por miedo y desesperacion pasa lo contrario y abrimos la boca de mas..... J.P

Raúl Vortiz dijo...

Este me encantó, Gabriel. Yo justo en este momento paso por una situación en la que no puedo decir algo. Y es demasiado frustrante. Abrir la boca de más acarrearía una oleada de polémica y de discusiones, pero prefiero dejarle al tiempo y a Dios que sea él quien ponga las cosas en su lugar.
Un abrazo fraterno

Kiddo dijo...

Y sin embargo...escribes.

El silecio total no existe, hay siempre una parvada de andrajosos revoloteando en la cabeza, obligandonos a encontrar el medio que no utilice las palabras, pero no deje que el vacio se apodere de nuestro interior.
Los silencios que carcomen se escupen en hojas en blanco, se derraman en trazos dolorosos y cansados, se transforman en otro modo de gritar.

Un abrazo Gabriel. Suerte con tus motivos.

gabriel revelo dijo...

jp: qué gusto volver a ver un comentario tuyo por acá. gracias por estar al pendiente de lo que escribo. un abrazo.

raúl: agradezco tu opinión. siempre es un honor. y ánimo, que hasta el más profundo silencio siempre acaba por romperse. dale tiempo y todo se acomodará. saludos a la distancia, que no es tanta.

kiddo: qué gusto volver a leerte. siempre serás bienvenida en este blog. gracias por tu comentario que es mucho mejor que mi post. un abrazo, me dio mucha alegría reencontrarte.