jueves, 19 de julio de 2012

Esos veranos


Algo tiene este verano que no me sabe cómo debería. Si no fuera porque el calendario me dice que estamos a mediados de julio, simplemente pensaría que estamos en octubre o febrero. No sé si sean los días nublados y hasta fríos que se han apoderado de la ciudad, o si influye el que en estos momentos debería estar en Acapulco (como lo hago cada que cae la semana número 28 de cada año) y no en el Distrito Federal, que a últimas fechas tiene un clima londinense.

Sin saber bien el motivo, estos días me parecen muy diferentes a esos que solía vivir hace años. Recorrer el parque con mi perro mientras respiro en el olor a tierra mojada y veo todo vacio trae a mi mente cómo eran mis veranos de hace años, cuando era un adolescente y las tardes parecían eternas de tantas cosas que tenía que hacer. O quiero decir hacíamos, pues en esa aventura siempre estuve acompañado.

Claudio, Huriat, Jony, ‘Monchito’, Rodrigo, Felipe, ‘Chucho’… no quiero olvidar a nadie porque todos hacían que un verano fuera la mejor época del año. Pararse temprano, desayunar y prepararse para ir al parque a jugar futbol. Estar bajo los rayos del sol o los fuertes aguaceros persiguiendo un balón por horas. Volver a casa sudado y enlodado para simplemente comer algo y volver nuevamente a la cancha, listo para otras horas de diversión. Ganar, perder, ser defensa, ser portero, jugar ‘gol para’, enojarme y decirme de cosas con alguno de mis amigos, enfrentar a otras retas con el firme propósito de demostrar que éramos los mejores.

Pensar en mis amores platónicos cuando iba por el balón o entre jugada y jugada darme el lujo de que mi pensamiento escapara hacia esa musa que ocupaba mi pensamiento y cuyo nombre cambiaba, pero no las ganas de que mis sueños de amor se hicieran realidad. Imaginar que me topaba con alguna de ellas en la calle, o que de repente pasaba justo en el momento en el que hiciera un atajadón o metiera un gol de fantasía. Y de repente salir de tu sueño porque te acaban de meter gol y todos los de tu equipo te reclaman. 

Después ir a casa de Jony a tomar cantidades industriales de agua de sabor (todo mediante unos polvos saborizantes) y hacer palomitas o chicharrones de harina. Por las noches ir al cine en grupo o a veces ir a caminar al centro comercial o pasar las horas platicando de tonterías en la calle.

Así eran mis veranos, esos que hoy, muchísimos años después comienzo a extrañar no sé si por lo bien que me la pasé o porque no se volverán a repetir. Esas tardes sin preocupaciones en las que bastaban tus amigos y las horas libres para hacer de cada día una aventura. Conquistar cada parque o cancha en la que jugábamos, hacer chistes, ir acumulando recuerdos que hoy trató de atesorar en lo más profundo de mi mente para que no se vayan.

Y no es que hoy mi vida esté mal, pero esa atmosfera de un verano de finales de los noventas y principios de este siglo se ha vuelto muy diferente. Es como si en diez años el mundo entero hubiera cambiado y con ello nos cambiara a nosotros, a quienes juntos vivimos muchas de las mejores horas de nuestras vidas.

Hoy salí de nuevo al parque. Se ha formado un nuevo grupo de amigos de la calle en la que vivo. Tendrán unos 16 años. Iban de un lado a otro platicando y haciéndose bromas. Los envidié en secreto. Algún día ellos estarán en mi posición.

Sé que es julio porque me encuentro recordando los meses de julio de otros años. Por alguna extraña razón esos veranos han estado rondando mi cabeza a últimas fechas. Que le va uno a hacer, a veces eso de extrañar me pega muy fuerte.

Este verano se me pintó otoñal. El otro año ya Dios dirá. 

No hay comentarios.: