“Todos, alguna vez, deberían ir por lo
menos una vez en su vida a un concierto de Luis Miguel”, escuché alguna vez por
ahí. Desde entonces me apropié de la dichosa frase y la soltaba de vez en
cuando en algunas conversaciones, aunque el tema no viniera mucho al caso.
Sin embargo, decirla no era muy coherente
de mi parte, pues la verdad nunca había ido a un concierto de este interprete
mexicano.
Fue a finales del año pasado cuando me
enteré que Luis Mirrey volvería a dar una serie de presentaciones en el
Auditorio Nacional. Decidí que ya era hora de comprobar si aquella frase que
llevaba mucho diciendo realmente tenía razón de ser. Con parte de mi aguinaldo
compré un par de boletos y esperé paciente a que llegara febrero.
El viernes finalmente llegó la noche del
concierto. Con saco y camisa (y es que según mi lógica, a un concierto de Luis
Mirrey uno no puede ir vestido como mamarracho) acudí puntual al Auditorio
Nacional. Fui acompañado de Tania, quien varias veces me confesó que esperaba
con ansias que Luis Mirrey cantará el tema de la película que grabó de niño, y en la que se queda cojo.
Mientras ingresábamos al recinto me di
cuenta que el público iba muy bien vestido. Algunas señoras hasta se habían
puesto tacón alto y vestido de noche con todo y lentejuelas. También había
muchas lobukis y mirreyes, y como no iba a ser así, si para ellos, Luis Mirrey
es su gurü y modelo a seguir. La verdad, aquello en lugar de un concierto
parecía una fiesta de graduación de la Ibero.
El concierto no inició a la hora pactada,
cosa que era de esperarse, pues Luis Mirrey puede darse el lujo de hacernos
esperar. 20 minutos después de lo programado, inició el concierto en medio de
una gritería considerable.
Ante nosotros estaba El Sol, ese que por
décadas ha acompañado la vida de muchas personas con sus canciones. Incluso el
más rockero o chairo no puede negar saberse al menos un tema de Luis Mirrey.
Por eso, estar ahí era presenciar a una leyenda viviente. No importaba que en
las primeras tres canciones apenas y se moviera y diera la impresión de que no
lo merecía el suelo que estaba pisando.
Fue después de la quinta canción cuando
Luis Mirrey se digno a dirigirle unas palabras al público. Contrario a lo
esperado, esa intervención fue calida y hasta amistosa. Después de esta
inesperada amabilidad continuó el concierto con algunos boleros románticos. De
pronto me descubrí cantando “No sé tú” y “Por debajo de la mesa”. Cuando empezó
su versión moderna de “Bésame mucho” ya me había ganado.
Dejó de ser Luis Mirrey y se convirtió en
Luis Miguel. Dejó de estar pasmado en el escenario para moverse ágilmente de un
lugar a otro e interactuar con el público. A veces con ademanes sobrados y
medio payasones, pero vamos, es lo menos que uno espera en un concierto de este
cantante.
Después los popurrís con sus grandes
éxitos hicieron que la audiencia enloqueciera. Corrección, enloqueciéramos.
Canciones de hace 15, 10, 5 años. Me sabía todas a pesar de que nunca he sido
su fan. Melodías que se quiera o no, auténticamente forman parte de la cultura
musical de este país.
Lo acepto, es un gran espectáculo. Los
músicos de primer nivel, la corista guapa y muy bien entonada, la escenografía
sin ser una maravilla es moderna y complementa muy bien el show. Y claro, la
voz de Luis Miguel. Verlo cantar es un autentico agasajo. Sabe la voz que tiene
y la explota de manera impecable. Subiendo al tono preciso cuando se requiere,
alejando y acercando el micrófono para dar los efectos de sonoridad acordes al
momento.
En el concierto también hubo un momento
con mariachis en el que un par de canciones fueron dedicadas a México. Después
volvió y cantó más y más éxitos, mismos que seguí cantando como enfermo mental.
Pocas veces un concierto me ha emocionado tanto como éste.
Canté, sonreí e hice ademanes mirreyes
como Luis Miguel. En las canciones emotivas y románticas ponía cara sería e
interpretaba con cara de sufrimiento. Muy en mi papel. Y es que hacerle al
Mirrey de vez en cuando, y gritarle a los cuatro vientos que uno es “oro de
ley”, es algo que no está mal hacer de vez en cuando.
El concierto duró poco menos de dos
horas, pero nadie se fue inconforme. Y sí, aquello de que todos deberíamos de
ver a Luis Miguel en concierto al menos una vez en la vida es cierto. Por más
intelectual, hipster, rockero, o fan de la música populosa seas, no puedes
negarte la oportunidad de pasar un momento fenomenal.
Igual y piensan que exagero. Vayan a
verlo y me cuentan. Verán como también terminan traumados como yo. Llevo dos
días cantando sus canciones y moviéndome como si Dios me hubiera hecho a mano.
Así que si me ven próximamente comprendan
mi comportamiento y no me juzguen por actuar como Luis Mi(rrey). Con permiso,
voy a broncearme.
3 comentarios:
ME ENCANTO TU RELATO, PERO QUIERO AGREGAR ALGO DESPUÉS DE IR A VER SU CONCIERTO POR PRIMERA VEZ TE VOLVERÁS ADICTO A EL, SU VOZ ES EL MEJOR TESORO QUE TIENE, ADEMAS SU MÚSICA NOS HACE RECORDAR ESO DÍAS LLENOS DE DESPREOCUPACIÓN QUE ALGUNA VEZ TUVIMOS. YO DURE 38 AÑOS PARA PODER GOZAR POR PRIMERA VEZ SU VOZ, Y AHORA ANDO PERSIGUIÉNDOLO POR EL PAIS, ADEMAS AGREGARTE QUE ESTE 4 DE MARZO ESTARÁ EN LA FERIA DE TEPIC, NAYARIT Y LA ENTRADA SERA GRATIS, IMAGINATE EL GOZO DEL QUE SEREMOS OBJETO LOS NAYARITAS, POR CIERTO QUEDAS INVITADO Y DE PASO CONOCES MI CIUDAD Y SU INCREÍBLE COMIDA, UN SALUDO ENORME
DEBORA AHUMADA
Oh muchas gracias, me encantaria pero desgraciadamente estoy en Quebec y si Dios me lo permite voy a Vegas en sep como dicen uds los Mexicanos a celebrar el grito!! Pero te deseo qué lo disfrutes al máximo.....acá con mucho frío pero calentandome con la incomparable voz del Sol!
Lindo tu artículo, la primera vez que fuí a un concierto de Luis Miguel viví lo mismo que tú, bueno como mujer y algo "fresilla" que soy a mi siempre me ha encantado Luis Miguel y su música, crecí con sus canciones teniendo hermanos mayores que en la prepa lo escuchaban mucho me acostumbré a su música y con Luis Miguel no fue la exepción pues era el ídolo de las chavas de finales de los 80´s e inicios de los 90´s años del punto álgido de LusMi como el máximo ídolo de la juventud.
Un concierto de El Sol no aburre nunca, el hombre llena el escenario con su voz y su presencia, no necesita ni bailarines ni coreografías ni grandes espectáculos de tecnología fastuosa como otros, él es un CANTANTE y no más., se van tan rápido las casi 2 horas de concierto que no te das cuenta y deja con ganas de más.
Por cierto para los que no saben de donde proviene el sobrenombre de Luis "Mirrey" aquí la historia:
"En los 80´s cuando Luis Miguel ya era un ídolo, había una columnista que se hacía llamar "chucha lechuga", ella escribía el la popularísima revista Tv Guía de México, y comenzó a llamar a Luis Miguel con el mote de Luis
Mi-rrey"
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