miércoles, 6 de febrero de 2013

Vida y obra de Papá Gaby (mi abuelo)


El destino tiene sus cosas incomprensibles. Resulta paradojico e incluso significativo que justamente a los 10 años de haber perdido a mi papá, ahora muriera mi abuelo. El primero un 3 de febrero, el segundo un 2 febrero. ¿Coincidencias de la vida?

Este fue mi abuelo, y no tengo reparo alguno en presumirles su historia:



Hablar de Gabriel González Ramírez, es hablar de una vida dedicada al trabajo, la superación y la familia, un ejemplo de que con entrega, perseverancia, y metas muy claras, se puede alcanzar cualquier sueño de forma honesta.

Gabriel González nació el 1 de abril de 1920, en el poblado de Huatusco, en el estado de Veracruz. Fue el quinto de 15 hermanos. La familia González poseía un potrero, pero sin agua, por lo que una de las labores del pequeño Gabriel, era recorrer varios kilómetros en busca de agua para el ganado. A pesar de estudiar hasta el tercer grado de primaria, desde muy niño, se destacó por ser inquieto, diferente, con una ambición desbocada por lograr ser alguien. La vida de pueblo no le gustaba pues, ‘no había gran cosa que hacer’. Deseaba hacer y tener muchas cosas, ser comerciante. En una ocasión, mientras trabajaba vio pasar un avión (cosa rara en Huatusco) y se prometió algún día subirse a uno de esos modernos transportes, y conocer muchas ciudades. Cuando le contó a su madre de sus sueños sobre el futuro, la respuesta que recibió fue contundente: “Claro que sí hijo, si quieres tener mucho, lo tendrás, trabajando”. Estás palabras han sido el estandarte que guió a Gabriel González a lo largo de su existencia.   
  
En 1937, Gabriel González, influido un poco por la mala relación con su padre, y un mucho por sus ganas de superarse, abandonó su casa con una funda de almohada en la que guardó un poco de ropa, y un peso en la bolsa, mismo que usó para llegar a la ciudad de Córdoba. A partir de aquí, inició una aventura que lo llevó a trabajar en una gran cantidad de oficios, que de a poco fueron forjando el hombre de familia y valores que es hoy en día. Recorrió gran parte del estado de Veracruz trabajando en mercados, en una carnicería, vendiendo pan, fue cobrador de las maquinas de coser Singer y hasta cargador de maletas y belices. El 14 de septiembre de 1940, el destino y un tren, lo llevó hasta la Ciudad de México, en donde comenzó a vender ropa usada. Al poco tiempo, con el escaso dinero que logró ahorrar se compró un traje y empezó a trabajar en una tienda de ropa, propiedad de unos judíos, en San Juan de Letrán donde ganaba $ 2.50. También vendió perfumes  y maquillajes de puerta en puerta, y hacía viajes por toda la republica promocionando la cerveza Superior.

Romántico por naturaleza, Gabriel González siempre fue enamorado de las muchachas. De joven les llevaba serenatas con sus amigos y les escribía versos, éste último talento, lo llevó a que en la década de los 40´s, fuera en tres ocasiones a la XEW a leer poemas y participar en concursos. En un baile conoció a Eva María Ramzahuer, curiosamente oriunda de Huatusco, con la que se casó en 1948 y con la que a la larga tendría siete hijos.

En dos años logró juntar 1,200 pesos, dinero que usó para comprar una pequeña máquina para hacer veladoras, y comenzar un negocio al que llamaría ‘Veladoras San Luis’. Por las tardes se dedicaba a elaborarlas y en las mañanas salía a venderlas. Recorría la ciudad con un carrito de madera en el que llevaba sus cajas, soportando las inclemencias del tiempo. Cuando las ventas empezaron a prosperar, uno de sus trabajadores lo estafó y volvió a quedarse sin nada. La fuerza e ingenio volvió a sacarlo adelante. Comenzó a vender sus veladoras por el entonces lejano pueblo de Iztapalapa. Con los frutos de su esfuerzo pudo hacerse de un carro humilde y una casa. Comenzó a comprar terrenos y emprender negocios. Construyó una fábrica de veladoras, en donde por años generó fuentes de empleo.

Educó y le brindó lo mejor a cada uno de sus hijos, los cuales hoy son hombres y mujeres de bien. A pesar del cansancio de la semana, los domingos siempre los dedicaba a pasear a sus hijos. Pudo cumplir su sueño de viajar por el mundo. Varias veces recorrió Europa, Asia, el norte de África, y Norte, Centro y Sur de América. Se conmovió hasta las lágrimas en Hiroshima y en Auschwitz, por lo crueles que podemos llegar a ser los hombres. Su gran corazón lo llevó a participar en diversas obras benéficas. Fue miembro activo de organizaciones como el Club Rotario, el Club de Leones, y el grupo ABC, con los que visitaba asilos, realizaba donaciones, repartía despensas y participaba en labores sociales. Por su cuenta, llenaba costales con juguetes que compraba y se los mandaba al padre de la iglesia de Huatusco para que los repartiera el 6 de enero a los niños de los ranchos, lo mismo hacia en una escuela de educación especial en la que trabajaba una de sus hijas. Más recientemente, cada año coopera con el Teletón y cuando algún desastre natural asola alguna parte de México, o el mundo, busca la mejor manera de ayudar. Fundó un Jardín de Niños, con lo que cristalizó otro de sus sueños: poner una escuela, en la que los niños recibieran educación de calidad y fueran felices.

Gabriel González alcanzó  los 92 años (por dos meses hubiera llegado a los 93). Tiempo que dedicó al esfuerzo de crecer y ayudar a los demás, siempre con trabajo. Fue bisabuelo y cabeza de una gran familia cimentada en su ejemplo. Lo mejor de todo, es que su corazón y su mente fueron jóvenes siempre jovenes. Su gran enseñanza: lo más valioso para hacer posible lo imposible, son las ganas de hacerlo.   

Gabriel González, "Don Gabriel" o "Papá Gaby", como cariñosamente le deciamos, murió el pasado sábado 2 de febrero de 2013. Su desceso fue el más bello que pudo tener: comiendo, rodeado de su familia y después de dar un pequeño paseo.

En cierta forma, es imposible que todos los miembros de mi familia nos sintamos huerfanos, pero a la vez privilegiados por haberle aprendido tanto.

Descansa en paz Papá Gaby. 

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por compartir estos relatos de tu padre y abuelo, personas de admiracion!
Un abrazo
Angelica

gabriel revelo dijo...

Angie: Gracias a ti por leerlo. En verdad me hacen muy bien tus comentarios.

gabriela clavo y canela dijo...

Me acuerdo también de mi abuelo, que también la hizo de padre para mi.
Hace casi tres años y todavía no pasa domingo alguno sin que le eche de menos.

Muy entrañable tu semblanza.

saludos cordiales,

g

gabriel revelo dijo...

Gracias por leerla Gaby, qué bueno que la sigas recordando. Saludos!!!