jueves, 3 de octubre de 2013

Cats


No estoy seguro de la fecha exacta, pero sí sé que fue hace más de veinte años cuando fui por primera en mi vida vez a ver una obra de teatro.

Mis recuerdos de ese día no son muy claros, aunque tengo algunos instantes bien guardados en mi memoria. Por ejemplo, que era domingo o la impresión que me llevé al entrar a esa sala del teatro y descubrir que las paredes estaban completamente tapizadas de basura. Más tarde, cuando se apagaron las luces, una curiosa música comenzó a sonar, y de pronto, de entre los pasillos y las butacas comenzaron a verse varios pares de ojos que avanzaban ágilmente hacia el escenario; cuando una tenue luz iluminó aquellos cuerpos vi que tenían una elegante forma felina.

Esa tarde vi Cats en el Teatro Silvia Pinal, eran los años 90's. 

* * * * *

No recordaba mucho de la trama de esa obra, pero sí que trataba de una especie de convención de gatos donde el más viejo elegiría uno de ellos para elevarse a una especie de cielo gatuno, o algo así. Tampoco se me escapa que en su momento el vestuario y los movimientos felinos de los actores me resultaron impresionantes. Cats entonces me pareció sublime, y quizá por eso me mostraba algo escéptico de verla nuevamente ahora que esta puesta en escena es montada por segunda vez en México.

Como dato anecdótico, ese día, por indicación de mi papá le di un golpe a otro niño de mi edad que estaba sentado junto a mí. Es que durante el primer acto me había dado un par de besos en el cachete, por lo que mi progenitor me sugirió "si te vuelve a dar un beso, suéltale un golpe". Así lo hice, y estuvo bien, pues eso de que otro niño me estuviera besando el cachete me estaba incomodando mucho. Lo malo fue que durante todo el intermedio no dejó de llorar, pero ni modo, mi orgullo quedó a salvo.

En fin, el pasado fin de semana nuevamente vi Cats, que desde hace unos meses volvió a ser montada en el Teatro San Rafael de la Ciudad de México. Sobre este nuevo montaje había escuchado algunos comentarios desfavorables y muchos otros que la recomendaban y calificaban de una gran puesta en escena, con estos antecedentes me senté en mi butaca esperando ser sorprendido, y así fue.

Las paredes del teatro no estaban tapizadas de basura, y los ojos misteriosos que aparecían al inicio de la obra únicamente brillaban en una de las paredes. Esto me decepcionó un poco, aunque en cuestión de minutos la atmósfera de Cats terminó de envolverme y ya no pude escapar de ella. Ahora que estoy más grande sí entendí la trama, que por cierto me pareció divertida y conmovedora. Conecté todos los recuerdos que tenía de la primera vez que vi Cats y por fin logré sumergirme en ese universo.

La historia de Cats está basada en la poesía de T. S. Eliot, misma que fue retomada 42 años después por Andrew Lloyd Weber, quien la adaptó como musical en 1981. La trama gira en torno a la reunión anual de los gatos Jélicos, en la que el miembro más viejo elige al gato más especial que ascenderá al Edén Sideral de los gatos y volverá a renacer. Entonces viene la presentación de varios de estos gatos, conociendo así distintas personalidades que en conjunto le dan a ese basurero un ambiente entre misterioso y festivo.


Gatusalém, Mirringo, Grizabella, Micifustófeles (soy fan del personaje), Gus y otros gatos inolvidables van haciendo su presentación y ganándose el corazón de los espectadores, quienes finalmente son conquistados con la perfecta estética del baile y voz de los actores. Mención aparte merece la actriz que interpreta a Silabub, de nombre Tzaitel Santini, y a quién conozco desde hace años pues es la hermana de uno de mis mejores amigos.

Y es que más allá de una historia sencilla pero emotiva, la fuerza de Cats se encuentra en el impacto visual que genera el ver esos movimientos felinos perfectamente coordinados entre todos los elementos escenográficos y actorales que se encuentran sobre el escenario.

Las canciones son contagiosas, aunque el punto medular de la obra llegue con la interpretación de Memory, una melodía que sin importar del paso del tiempo sigue siendo intempestiva y cargada de nostalgia.

Mi segunda visita a la reunión de los Jélicos no pudo haber sido mejor, Cats cumple su encargo de aproximarnos a la mística y forma de ser tan peculiar de los mínimos. Vayan, está buena, palabra de gato.

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