sábado, 29 de noviembre de 2014

Hasta siempre, querido Chespirito


Durante las últimas horas he recibo varios pésames en persona, por medio de mensajes y en redes sociales. No se murió ningún familiar o amigo cercano, pero sí alguien que me ha acompañado a lo largo de mi vida y al cual le debo varias horas de risas y alegrías en mi vida. 

Son las primeras horas del sábado 29 de noviembre de 2014 y el ambiente que respiro me parece raro, pesado. Horas atrás falleció Roberto Gómez Bolaños “Chespirito”, escritor, actor, comediante, guionista, productor y sobre todo buen hombre, que gracias al humorismo de sus programas y películas conquistó a todo al público en Latinoamérica y otras partes del mundo con personajes como El Doctor Chapatin, El Chapulín Colorado, El Chavo del 8, entre muchos otros. 

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Aunque parezca contradictorio, por muchos años mi día favorito de la semana era el lunes. Y es que desde muy niño, los lunes por la noche me sentaba religiosamente a ver la televisión, con la certeza de que aquel grupo de personajes que veía en la pantalla siempre conseguirían hacerme estallar en carcajadas. Aunque también había veces que me conmovían y me hacían reflexionar sobre los problemas de la vida cotidiana. 

Detrás de ese festín de creatividad, ingenio y comicidad, está la pasión y el amor de un hombre noble que dedicó su vida a la tarea más bella: Dibujar una sonrisa en el rostro de millones de personas. 

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"Hay en el mundo un sonido
que por sí solo podría
confirmar la melodía
más grata para el oído.
Es de todos conocido
y, desde luego evidente,
que no tiene equivalente
en la faz del mundo entero.
Por supuesto me refiero
a la risa de la gente".


- La Risa
, Roberto Gómez Bolaños. 


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El viernes 6 de octubre del 2006 fue uno de esos días que nunca olvidaré, pues conocí a uno de mis más grandes ídolos: Roberto Gómez Bolaños ‘Chespirito’.

El encuentro sucedió en Plaza Loreto a las seis de la tarde durante la firma de autógrafos de Sin Querer Queriendo, su libro de memorias.

Imaginé que sería especial encontrarme con él, después de admirarlo toda mi vida, aunque no esperaba que el golpe emocional fuera tan fuerte. Desde que Chespirito entró en el improvisado recinto una vibra de ansiedad y emoción invadió el ambiente. Sí, ahí estaba el hombre de cuya imaginación nacieron los personajes más memorables de la comedia latinoamericana; ahí estaba el hombre que con su sola presencia llenaba estadios enteros donde quiera que iba; ahí estaba El Chavo, El Chapulín Colorado, El Chompiras y aun más. 

Sólo he sentido ese tipo de presencia inexplicable -mezcla de paz, seguridad, admiración, energía y cariño- al estar frente a dos personas: Juan Pablo II y Chespirito. No sé cuantas personas estuvieron reunidas ese día, pero de seguro todas sentían la misma descarga eléctrica. Chespirito apareció, y las personas del lugar no supimos qué hacer o cómo agradecerle tanta sencillez. Sólo se nos ocurrió brindarle un afectuoso aplauso de pie.

Niños disfrazados y emocionados, así como jóvenes, adultos y medios de comunicación escuchamos las breves pero significativas palabras con las que presentó su libro. Todos esperando paciente y ordenadamente el momento de estar frente a la leyenda. 

En cuanto llegué frente a él me invadió el pánico. No sé exactamente qué le dije, aunque estoy seguro de haberme desecho en elogios frente a él y su esposa Florinda Meza. Firmó mi libro, estreché su mano, intercambiamos unas palabras, y ocho años después sigo sin creérmela. Más sorprendente fue que él (él, cuando debería haber sido al revés) se ruborizada. El héroe de mi infancia, aquel que cada semana me hacía morir de la risa y a veces de tristeza cuando a sus personajes se les complicaba algo, se materializó en el mismo tiempo y espacio que yo. 

Esa tarde comprobé lo que ya sabía: Sólo habrá uno como él. Qué bueno que fui a verlo, qué bueno que exista gente así. Aquel día me tomé una foto con él, la cual quizá no era necesaria pues el recuerdo de ese instante no ha dejado de brillar nunca en mi mente.


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Para muchos hoy solamente se murió un actor más de televisión. Para mí, ese hombre fue, es y será uno de mis más grandes modelos a seguir. Para mis amigos y compañeros sus héroes de infancia eran súper héroes, cantantes o deportistas. Para mí era un comediante tan humano como cualquier otra persona, cuya cualidad era demostrarme que la mejor forma de ver y enfrentar la vida es con el buen humor. Aún con el paso de los años su trabajo es capaz de levantarme ante cualquier tristeza o preocupación. 

No estoy triste ni de luto, como muchos pueden pensar. El trabajo de Chespirito vivirá por siempre y eso lo vuelve inmune al olvido. Venimos al mundo a ser felices y Chespirito me ayudó a serlo infinidad de veces. 

Hasta siempre al escritor, al actor, al deportista, al productor, al cantante. 

Hasta siempre Chavito.

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