miércoles, 8 de junio de 2016

Somatizando


Así como me ven de maduro, galán, hombre bien dado, y dueño de una presencia y masculinidad que provoca bajas pasiones, la verdad es que yo también suelo ponerme nervioso. Y el que termina pagando las consecuencias cuando esto pasa generalmente es mi estomago. 

Hace unos días viajé a París por motivos de trabajo. La verdad en cuanto me comunicaron que iría varios días a la capital francesa me emocioné mucho porque nunca había tenido la oportunidad de ir por allá. Conforme se acercaba la fecha más entusiasmado estaba, sin embargo, no contaba con que una parte de mí -supongo que en el subconsciente- se encontraba bastante intranquila. 

Aunque mi vuelo salía un miércoles por la noche, desde la tarde del domingo anterior comencé a sentir que mi estomago comenzaba a inflamarse. No le di mucha importancia y atribuí aquel achaque a un ataque de gastritis o colitis común. No obstante, en realidad estaba ante algo peor. 

Aquí debo romper el silencio y confesarles que desde hace un par de años padezco algo llamado "síndrome del colón irritable", que no es una enfermedad como tal sino un conjunto de trastornos que se presentan en el proceso digestivo (y que van desde dolor abdominal hasta la diarrea), los cuales suelen detonarse por las emociones o el estrés. En otras palabras, somatizas tu estado de ánimo en tu estomago.

Y justo eso fue lo que hice. Según yo estaba muy entusiasmado por irme a París y no sentía el menor temor por el viaje, cuando la realidad es que sí me encontraba algo estresado ¿de qué? Nunca lo supe, quizá era el nervio que siempre da hacer un vuelo transatlántico, la incertidumbre por conocer un nuevo país, tener que conocer a nueva gente, etc. 

Todo esto, insisto, yo no lo sabía pero mi estomago se encargó de informármelo por medio de una hinchazón intestinal el lunes y una diarrea el martes. Ya se imaginarán lo preocupante que es andar malo de la panza cuando se está por realizar un vuelo de 11 horas. Lógico, este padecimiento contribuyó a ponerme aún más tenso y tocar fondo. En cuanto comenzaba a pensar en algún aspecto relacionado con el viaje una sensación de inquietud recorría todo mi cuerpo y venían los malditos retortijones. 

¡Ni siquiera me pasó algo así el día de mi boda!

De poco me sirvió tomar medicinas contra la gastritis, lactobacilos y antidiarreicos, los síntomas de malestar estomacal no sólo seguían ahí sino que empeoraba. Justo cuando pensaba que pasaría mis días en París con un pañal y que aquel sería el peor viaje de mi vida todo se arregló de forma milagrosa justo unas horas de que saliera rumbo al aeropuerto. Se supone que en ese momento debería estar más nervioso, pero pasó todo lo contrario. Me volvió la emoción por el viaje que estaba por realizar y el dolor de estomago y la diarrea se fue del mismo modo del que llegó. 

Siempre tuve la sospecha de que solía somatizar mis estados de ánimo, pero esta experiencia pre-viajera me lo confirmó. Chale, lo peor es que no sé cómo puedo luchar contra algo así, pues supongo que todo este asunto funciona a nivel del subconsciente. Al final me la pasé muy bien en París y no tuve problema alguno, incluso me extraña que mi estomago se haya portado a la altura de las circunstancias después de que pasé horas sin comer durante los tours y cuando probaba algo eran platillos a los que francamente no estoy nada acostumbrados.

Ahora que lo pienso la tensión que involuntariamente sentía era completamente injustificada, pero qué le va uno a hacer, Dios me dio el poder mutante de transformar mis problemas en retortijones y diarrea.

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